La cifra de la Agencia Federal del Trabajo (BA, por sus siglas alemanas) habla por sí sola: en la primera mitad del año 2010 se registraron cerca de un millón de «casos de incapacidad laboral» entre los desempleados. Esta escalofriante cifra se encuentra en el informe publicado el pasado lunes por la DGB titulado “Desempleo y riesgos para la salud”. Los autores del estudio creen que esta cifra nada halagüeña podría aumentar, sobre todo porque «los desempleados de corta duración y los pacientes menos graves no siempre causan baja como enfermos y dejan que sea el médico quien certifique en última instancia la incapacidad laboral». Esta cifra se ha duplicado entre quienes buscan un trabajo, en arreglo a los grupos de edad, tanto como entre los trabajadores. Así, la cuota de bajas laborales por enfermedad en el grupo de trabajadores de entre 15 y 24 años de edad se encuentra en el 3%, mientras que entre quienes buscan trabajo aumenta hasta el 4’4%. A medida que crece la edad la distancia se acrecienta: la cifra de enfermos entre los desempleados en el grupo de 55 a 59 años de edad es superior al 15%, mientras que entre los trabajadores no alcanza el 7%.
El estudio de la DGB se añade a los resultados de la investigación del Instituto para la investigación del mercado de trabajo y búsqueda de empleo (IAB, por sus siglas en alemán), según el cual, «el 35% de los receptores de las ayudas de desempleo de la segunda categoría (Arbeitslosengeld-II) manifiestan un retroceso evidente en su estado de salud». Los desempleados son especialmente susceptibles de caer en el uso de sustancias adictivas como el alcohol o el tabaco, con las consecuencias correspondientes: así, más de la media de estos desempleados debe completar una larga terapia contra su alcoholismo. «En consecuencia, los desempleados mueren antes», se afirma literalmente en este estudio. Esta afirmación coincide con las cifras demográficas de referencia. En ningún otro lugar de Alemania es tan baja la esperanza de vida como en las regiones estructuralmente débiles de Mecklemburgo Pomerania Occidental y Sajonia-Anhalt. El mal estado de salud se agrava además con las condiciones de reincorporación en la vida laboral. De acuerdo con las estadísticas oficiales de desempleo de junio de 2010, cerca de 540.000 desempleados presenta un «empeoramiento relevante de su salud».
Aún hoy discuten los expertos si existe un “síndrome del desempleo” específico. «Depresión, ansiedad, pérdida de la esperanza, un sentimiento de desamparo hasta llegar a la resignación, así como una disminución de la autoestima» son los síntomas de una enfermedad apenas tenida en cuenta hasta ahora. No sorprende pues que los desempleados, en comparación con los trabajadores, sean quienes soliciten un tercio de los psicofármacos. Y son sobre todo las mujeres a quienes se les prescribe tratamientos con fuertes antidepresivos.
Annelie Buntenbach, miembro de la directiva de la DGB, advirtió el lunes de las consecuencias de este desarrollo: «cuanto más dure el desempleo y menores sean las perspectivas de una reincorporación a la vida laboral, más empeorará la situación de los afectados y de sus familias». Buntenbach reclama «medidas preventivas apropiadas» y «más y mejores cursos de formación» para los afectados. Sólo así podría tener éxito una «reintegración sostenible en el mercado de trabajo».
Pero no solamente el desempleo, sino también «la inseguridad en el puesto de trabajo conduce a un empeoramiento de la salud», añade el estudio de la DGB. Los desórdenes comienzan ya antes de la pérdida concreta del puesto de trabajo, más o menos en el momento de la amenaza de la dirección de «un plan de reestructuración», de modo que quienes no se encuentran en situación de despido caen en una situación de estrés psíquico.
* Fabian Lambeck es un especialista en problemas laborales que colabora regularmente en el diario alemán de izquierda Neues Deutschland.
(13 de octubre de 2010)