Históricamente la educación ha sido impulsada por educadores y filántropos muy unidos a movimientos sociales, entre otros citamos a Comenius en el siglo XVII o Pestalozzi en el siglo XVIII. Fueron estos los gérmenes de lo que constituyó el movimiento educativo de la Escuela Activa o Nueva con autores como Montessori o Freinet, quien nos mostró con su imprenta cómo se aprende a leer y escribir haciéndolo, pero también nos mostró cómo la consecuencia de su uso transformaba el entorno inmediato de los estudiantes, difundiendo sus ideas, principios y dando posibilidades para hacer cultura en los medios más pobres (Freinet, 1960).
Pero quizá haya sido Paulo Freire quien ha dedicado su vida a la lucha por la liberación del oprimido a través de la educación (Freire, 1970). Su objetivo es descubrir y aplicar soluciones liberadoras por medio de la interacción y la transformación social, gracias al proceso de concientización (Freire, 1975). Este proceso se define como el proceso en virtud del cual el pueblo alcanza una mayor conciencia, tanto de la realidad sociocultural que configura su vida, como de su capacidad de transformarla (Gerhardt, 1993).
Un análisis de las principales aportaciones educativas de estos autores nos lleva a proponer una secuencia de aprendizaje que permite el acercamiento emocional a otra cultura, adquirir más conocimientos sobre la misma, y planificar acciones para mejorarla. Este modelo da respuesta a las necesidad de acciones interculturales planteadas por la sociedad en general y por el sistema educativo para educar en y desde la Interculturalidad, a la necesidad de formación en temas interculturales que tanto profesorado como alumnado ponen de manifiesto, y en el acercamiento emocional que nos ayude a sensibilizarnos en cuanto a las diferencias interculturales.
La secuencia que proponemos es:
1 Sensibilización
2 Formación
3 Acción
– Acceso a la Unidad Didáctica.
(8 de marzo de 2011)