Si saliéramos a la calle a preguntar a los ciudadanos qué opinan de los transgénicos, estoy convencida de que nos responderían con un sonoro «¿trans…qué?.
Mientras, los campos de todo el mundo se llenan sigilosamente de esos transgénicos —también conocidos como OMG (organismos modificados genéticamente)— a un ritmo trepidante: los cultivos de OMG han aumentado en el mundo el 12% entre 2006 y 2007, y España es el país europeo que más superficie dedica al cultivo de maíz transgénico (100.000 hectáreas) de la Unión Europea. El Gobierno español no sólo rechaza declarar nuestro país Zona Libre de Transgénicos, sino que incluso no es capaz de dictar una normativa que regule la distancia necesaria para cultivar plantas modificadas.
Los partidarios de los OMG alegan que son totalmente seguros y que no suponen un peligro para la salud humana. Eso sí, olvidan decir que los pocos estudios que hay sobre estos polémicos productos de la biotecnología están realizados precisamente por las grandes multinacionales que controlan este negocio. Si a eso se añade que algunos científicos que han investigado el tema han perdido después sospechosamente su puesto de trabajo, las dudas son más que razonables.
Mientras que Monsanto y compañía experimentan con todos nosotros, científicos independientes lo hacen con ratones de laboratorio, y sus conclusiones es lo que te ofrecemos en nuestro tema de portada.
No son para quedarse tranquilos, ni mucho menos: un reciente estudio de los Ministerios de Agricultura y Sanidad de Austria —de los pocos que se han realizado a largo plazo— alertan de los daños que sufre la fertilidad de los ratones alimentados con maíz modificado genéticamente. «Este maíz está aprobado para alimentación humana y animal en la Unión Europea y se ha cultivado de forma experimental en más de 30 municipios españoles», nos recuerdan organizaciones como Greenpeace y Amigos de la Tierra.
Hay plataformas reivindicativas que están intentando movilizar a los ciudadanos para conseguir que el Gobierno se cure de su sordera protransgénica. Muchas organizaciones ecologistas están trabajando duro para que la gente sepa cuáles pueden ser las repercusiones medioambientales y sanitarias de los OMG. Hay campañas de recogida de firmas para implicar a todo el mundo, como la llevada a cabo por los firmantes de la Declaración de la Sociedad Civil contra los Transgénicos (www.greenpeace.org/espana/campaigns/transgenicos/manifiesto-contra-los-transgen). «Integral», que firmó dicha Declaración, se posiciona claramente contra el cultivo de transgénicos y se compromete a seguir informando de este grave problema.
Si alguien me dijera «¿trans…qué?», mi respuesta, simplificando, sería algo así: «Sí, esas semillas salidas de laboratorio que merman la biodiversidad, llenan los bolsillos de unos pocos y ponen en peligro nuestra salud».
(enero de 2009)