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Romera Figueroa considera la esencia de la cáscara de mandarina gran sedante del sistema nervioso infantil y antiespasmódica, útil en aparentes desarreglos infantiles como pólipos, estrés, pesadillas nocturnas, indigestión y estreñimiento.
A la vez, afirma, es estimulante de la energía vital y de la alegría en los ancianos y mayores con depresión.
(publicado en Conocer Arganzuela 139, julio/agosto de 2004)