A 100 años del descubrimiento del Mal de Chagas, esta enfermedad sigue presente en toda América Latina. No hay vacuna y sólo se han desarrollado dos medicamentos, de producción discontinua. Argentina tiene 2 millones de chagásicos y en toda América ascienden a 18 millones.
Las fumigaciones no alcanzan para erradicar la vinchuca porque el presupuesto es muy escaso. Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil se han decretado libres de transmisión vectorial del Chagas. Argentina todavía sueña con un país sin este mal, que en silencio castiga a los más pobres.
El hijo de Teresa Ramírez, de La Puñuna, Santiago del Estero, se presentó a una convocatoria de trabajo. Joven, humilde, con ganas, pensaba que esta vez tendría un empleo estable. Pasó la primera entrevista pero algo inesperado le impidió acceder a la empresa. En su examen de admisión le detectaron el virus del Trypanosoma Cruzi en la sangre: tenía Chagas.
“Mucha gente no sabe exactamente qué es el Chagas pero sabe que mata, que es algo grave”, afirma el médico infectólogo Tomás Orduna, del Hospital Muñiz. “Entonces en el imaginario popular –continúa- no saben si se contagia por la saliva o cómo se contagia y claro, la falta de conocimiento genera discriminación y muchas injusticias. Al consultorio del Hospital han llegado personas muy angustiadas que nos relataban cómo acababan de perder un trabajo. Por ahí un trabajo que hacía 20 años que estaban desarrollando en negro y que en el momento de ponerlos en blanco daba positivo el Chagas, entonces su propio empleador que lo había tenido 20 años en negro, lo dejaba en la calle. Esto lo hemos vivido acá, con pacientes preguntándonos doctor y ¿ahora qué hago? ¿Salgo a robar? Por sentirse discriminado por no conseguir un trabajo. Es absolutamente discriminado el paciente con Chagas”.
El Mal de Chagas-Mazza fue descubierto hace 100 años por el médico brasilero Carlos Chagas. Años después, durante los 60, fue el médico argentino Salvador Mazza quien continuó con las investigaciones en la provincia de Jujuy estudiando a la vinchuca, el vector transmisor de la enfermedad.
Este insecto, también conocido en Latinoamérica como chinche, pito o barbeiro, vive en las áreas rurales de Latinoamérica, en los ranchos de adobe o en las casas de madera y de material. De día, se esconde en las grietas de sus paredes y de noche, cuando todos duermen, pica para comer.
“No te dejan dormir tranquilo. Muy mucho duele las picaduras. Ellas bajan de las paredes y van derecho a chuparte la sangre”. El que habla es Juan Paz, de 32 años. Vive en un paraje cerca de la Puñuna, a 60 kilómetros de Santiago Capital y es albañil. Solía donar sangre, pero hace tres años le detectaron el mal de Chagas. Ahora tiene que cuidarse. No puede hacer esfuerzo, le falta el aire y a veces se le acelera el corazón. Sabía que le podía tocar, ya que en esa zona la mayoría tiene chagas porque, como dicen los pobladores, “la vinchuca es un habitante más en la familia”.
El contagio
“El Mal de Chagas tiene dos elementos fundamentales en la lucha contra la enfermedad. Una es todo lo vinculado al vector, que es la principal fuente de infección del ser humano y la otra, son todas las acciones médicas vinculadas a niños y adultos ya infectados, el tratamiento”, explica el doctor Héctor Freilij, coordinador del Programa Federal de Lucha contra el Chagas, del Ministerio de Salud.
Freilij investiga esta enfermedad desde los inicios de su carrera. Creó un sector exclusivo para chicos con Chagas en el Hospital de Niños, con los pocos recursos que tienen. Afirma que Argentina ha avanzado mucho en investigación, pero reconoce que todavía la vinchuca vive en los más de 300 mil casas ranchos que tiene la zona norte del país. En la actualidad, existen dos millones de infectados y 7,3 millones están en riesgo de infectarse.
“Las otras fuentes de infección del ser humano son las transfusiones: si hay un donante de sangre que está infectado. Pero esto en la Argentina está bastante bien controlado. Y la otra fuente de contagio es la transmisión intrauterina o transplacentaria, de madre a hijo. El 5 por ciento de los niños que nacen de una madre con Chagas pueden recibir el parásito durante el embarazo. Si se lo diagnostica rápidamente y recibe el tratamiento adecuado, nuestra experiencia en este servicio dice que se curan”.
El tratamiento en la etapa aguda del Chagas, cuando la persona recién adquirió la enfermedad, tiene cura. Y pasados los años, en la etapa crónica, se pueden realizar algunos tratamientos para negativizar el virus.
Atender la enfermedad
“El 30 por ciento de las personas infectadas pueden tener alguna enfermedad cardiológica o digestiva. Hay tratamientos específicos en lo que se refiere al daño ya producido por el parásito. Tratamientos para la alteración cardiológica, e incluso en algunos pacientes se ha llegado al transplante”, indica Freilij.
El médico e investigador Sergio Sosa Stani, del Instituto Fatala Chabén, detalla que “el Chagas puede producir en el corazón problemas de ritmos y debilitar sus paredes, al igual que en el aparato digestivo. La muerte súbita, por ejemplo, es una de las consecuencias de esta enfermedad”.
“Es una patología que debe ser atendida porque si ser pobre es algo terrible, ser pobre y tener la enfermedad del Chagas es mucho más terrible”, recalca el doctor Orduna cuando habla de esta enfermedad que causa 50 mil muertes cada año en la región.
El Mal de Chagas está dentro de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) engloba dentro del grupo de las ‘neglited disseases’ o ‘enfermedades olvidadas’. “En general son de la gente más humilde, que no tiene acceso al medicamento porque los sistemas de salud y los gobiernos en general, no le han dado el suficiente peso dentro de su estructura y de sus acciones”, explica Freilij.
“Ya lo dijo Carlos Chagas, lo dijo Salvador Mazza, y lo siguió diciendo cada persona que se ha dedicado a trabajar desde lo que es el conocimiento global, integral de la enfermedad, que la tripanosomiasis es una patología basicamente de los pobres”, sentencia Orduna.
Urbanización del Chagas
Si el Chagas afecta principalmente a las personas más pobres, son éstas las que cruzan fronteras y viajan miles de kilómetros para intentar vivir mejor que en su lugar de origen. Tener un trabajo y una vivienda digna. Y con ellas, en algunos casos, viaja el Chagas.
“Cuando uno piensa en Chagas, la mayor parte de la gente piensa en los ranchos, en el área rural. Pero la gente del área rural se está urbanizando, y éste es un fenómeno mundial”, cuenta Freilij y remarca que hoy en las grandes ciudades como Córdoba, Rosario o Buenos Aires, hay Chagas en los barrios. “Se ha encontrado Chagas en otros países por migración de la población latinoamericana, que cuando migra, migra también con su Chagas. Entonces por ejemplo en España se calcula que en este momento hay 100 mil chagásicos”.
“Yo diría casi con certeza que hoy hay mas chagásicos en las grandes ciudades que en el campo”, afirma Orduna y agrega que “esta urbanización no vino aparejada con generar los mecanismos de contención y el manejo adecuado de los pacientes chagásicos, hasta hace pocos años. Desde el 2003 la ciudad de Buenos Aires tiene una red de Chagas, y la provincia de Buenos aires comenzó a principios del 2000 a complementar la información con manuales para distribuir, esto es para manejar a los pacientes chagásicos que hoy habitan la ciudad”.
Las provincias que tienen en sus tierras al vector son 16, sin embargo, por la migración, se detectaron 4 casos de Chagas en Tierra del Fuego. Todos contagiados de madre a hijo. Se calcula que en la Argentina deben nacer aproximadamente entre 1.000 y 1.200 niños con chagas adquirido en el embarazo.
Los laboratorios
Existen dos medicamentos que fueron descriptos en la década del 70 para combatir el mal de chagas: uno es el Nifurtimox, del laboratorio Bayer, y el otro es Benznidazol, del laboratorio Roche, cuya patente fue recientemente transferida al segundo laboratorio público de Brasil, Lafepe, en Pernambuco, después de que se discontinuara la producción y Argentina, por ejemplo, quedara sin este medicamento durante 6 meses.
“Estos dos medicamentos fueron descriptos en aquel momento como eficientes para la infección del Chagas –cuenta Sosa Stani- y desde entonces para acá no hubo progresos en la disponibilidad de medicamentos porque la gran industria farmacéutica privada considera que no es una inversión que les va a dar ganancias porque aunque hubieran muchas personas para tratar, no serían buenos compradores de ese producto porque estamos hablando de enfermedades de sociedades pobres y el Chagas está dentro de ese conjunto”.
“Después de mucho pelear, la DNDI logró que Roche le traspasara la patente a Brasil”, cuenta Freilij y detalla: “Con Lafepe y la ‘DNDI’, una institución internacional conformada por la OMS y los gobiernos de Brasil, Kenia y Japón, se ejerció presión para exigir a los Laboratorios la producción de determinados productos o que cedan las patentes. Y también es una manera de alertar a los gobiernos para que se preocupen por estas enfermedades endémicas”.
Hoy, a 100 años de su descubrimiento, el Mal de Chagas sigue presente porque la casa rancho todavía está intacta. Investigadores y médicos proveen estudios y medicamentos cedidos por el Ministerio de Salud, pero no alcanza. Los fumigadores buscan frenar el avance del vector, pero con pocos recursos. Esta enfermedad está lejos de ser erradicada de Latinoamérica y, en silencio, castiga a los más pobres.
– Enlace para este artículo:
https://www.argenpress.info/2009/06/argentina-enfermedades-de-la-pobreza.html
(3 de junio de 2009)