Las sustancias estrogénicas vegetales o fitoestrógenos se hallan en numerosas plantas tradicionalmente usadas por sus propiedades medicinales (dong quai, regaliz, sauzgatillo o agnocasto, zarzaparrilla, …) y en otras plantas como la soja.
Según Mikel García Iturrioz , especialista en nutrición y terapias naturales que en octubre de 1999 impartió en Madrid el seminario de formación Balance hormonal en la mujer, los fitoestrógenos: «Pueden constituir alternativas adecuadas a los estrógenos en la prevención de la osteoporosis de las mujeres postmenopáusicas. Se suele administrar estrógenos a este grupo de la población para intentar aliviar los sofocos, las náuseas, la pérdida de masa ósea y otros síntomas de la reducción del nivel natural de hormonas en el organismo. Aunque resultan efectivos en general, pueden plantear riesgos considerables para la salud —aumento de la propensión a padecer cáncer, enfermedades de la vesícula biliar y trastornos tromboembólicos. Los fitoestrógenos no se han asociado con estos efectos secundarios».
Los estudios epidemiológicos muestran que la incidencia de síntomas hormono- dependientes (regulación del ciclo menstrual, cáncer de mama, próstata y útero, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis) es menor en las poblaciones con dietas ricas en fitoestrógenos.
«La soja», en opinión de García Iturrioz, «contiene altas cantidades de algunos de los fitoestrógenos más ampliamente estudiados, que provienen de sus isoflavonas».
Entre las acciones demostradas del extracto de isoflavonas de soja, se refiere a la regulación de estrógenos: «Las isoflavonas se parecen a los estrógenos, con los que compite y a los que bloquea para evitar su unión a las células, … Cuando el cuerpo no produce suficiente estrógeno, como en las mujeres menopáusicas y postmenopáusicas, el aporte fitoestrogénico por medio de las isoflavonas de la soja aporta una actividad estrogénica mínima respecto a la actividad del estrógeno, por lo que puede servir como un aporte suave sin los efectos secundarios de la terapia hormonal sustitutiva».
Igualmente, García Iturrioz hace hincapié en los beneficios cardiovasculares del extracto de isoflavonas de soja: «Las isoflavonas disminuyen los niveles de colesterol total y de LDL-colesterol e impiden la oxidación de éste por los radicales libres, reducen la agregación plaquetaria e inhiben la formación de ateromas, y tienen efecto vasodilatador por su actividad estrogénica».
Por último, y respecto a la inhibición de los procesos mutagénicos: «Las isoflavonas de la soja, entre otros mecanismos, inhiben la angiogénesis o proliferación de vasos sanguíneos, necesarios para la alimentación del cáncer».
(publicado en Conocer Arganzuela nº 88, diciembre de 1999)