La denominada pasta base (PBC) es una droga química estimulante, del mismo tipo de las también llamadas basuko, basuca, baserolo o crack, es un residuo de la elaboración de cocaína no tratada, que se extrae de las hojas del arbusto de la coca, que se planta principalmente en Bolivia, Colombia y Perú. Esta droga se elabora a través de un proceso de maceración de la hoja de coca con agua y posteriormente se mezcla con solventes que contienen elementos tóxicos como parafina, ácido sulfúrico, kerosene y otros, tratando de asemejar los procesos químicos efectuados en los laboratorios clandestinos para la producción de cocaína.
Existen cerca de 250 variedades de coca, las características de la PBC varían, según la cantidad de alcaloide que contengan las hojas utilizadas y distintos tipos: la “palo rosa”, la “blanca”, y la “café”. A la pasta base se la denomina mono cuando está mezclada con tabaco (tabacazo); en cambio si está mezclada con marihuana se la llama mixto (o marciano); en pipa o en un trozo de antena de televisión ahuecada (antenazo). Su presentación es un polvo (granuloso) que puede variar en su color en función de las proporciones que la mezcla contenga, puede presentarse amarillento, marrón o blanco. Para obtener un kilo de pasta se necesitan alrededor de 125 kilos de hoja de coca.
La forma de consumirla es fumándola en latas agujereadas con el agregado de cenizas de tabaco, en pipas construidas con cañitos metálicos o antenas y el agregado de virulana, o directamente se la fuma en formato de cigarrillo o porro. Es muy económica, fácil de conseguir y rápidamente adictiva.
¿Qué es?, ¿Qué efectos produce?, ¿Cuáles son las consecuencias de su consumo?
El consumo de esta sustancia presenta una singularidad en cuanto al deterioro crónico, tanto en la dimensión física como la psíquica (en un corto período de tiempo), genera una adicción tan rápida que lleva a delinquir para poder seguir consumiéndola.
Su efecto inmediato, alrededor de los 30 segundos de consumirla con una duración de 5 a 8 minutos, provoca una intensa y fugaz sensación de placer y omnipotencia, pero en líneas generales se manifiesta como un aumento de energía y del estado de alerta, disminución del sueño y del apetito, verborrea, aumento de la presión arterial, del ritmo cardíaco y respiratorio. Genera un efecto de euforia instantáneo muy corto, lo que obliga a aumentar las dosis a consumir. El post consumo origina un fuerte dolor abdominal, urgencia rectal, angustia, sudoración e hipertonía. Otra de las causas del rápido deterioro físico de estos adictos, se debe a que esta sustancia quita el hambre, y bajan rápidamente de peso en los primeros tres meses.
Los efectos de fumar PBC dependen de muchas variables: el tipo de preparación, la dosis, la frecuencia de consumo, la forma de uso (social, recreativa, individual), las impurezas y adulteraciones que contenga, la motivación (estimulante, búsqueda de placer, antidepresiva), entre otras. Los períodos de abstinencia se presentan con disforia, irritabilidad, depresión (en algunos casos ideación suicida), ansiedad y un deseo muy intenso de volver a consumir PBC, sin importar los medios para conseguirla. Es por esto, que los consumidores se encuentran habitualmente relacionados a conductas delictivas.
Las consecuencias del excesivo consumo en los adictos, produce una alteración a nivel de la neurotransmisión cerebral con posibilidades de presentar convulsiones, disfunciones cardíacas y pulmonares, síntomas psicóticos (alucinaciones) que pueden ser visuales, auditivas, olfatorias o cutáneas, excitación psicomotriz, ideas paranoides, distorsión de la realidad, acciones compulsivas. También se presentan trastornos en el sueño y disfunciones sexuales graves (falta de deseo y dificultades en la erección). Salvo en casos muy extremos, la mayor parte de estos síntomas son reversibles con una abstención total y un tratamiento adecuado.
Los precios bajos en el mercado facilitan el consumo masivo
El bajo precio unitario de la PBC facilitó que el nuevo producto se expandiera masivamente, dejando alta rentabilidad e incentivo a jóvenes que se incorporan al comercio de la pasta base, como un micro-emprendimiento, como una forma de conseguir ingresos, o sea que su acceso se hace mucho más fácil.
La unidad de venta que se denomina como “chasque” es un pequeño paquete envuelto en nylon equivalente a 1 o dos granos de pimienta. También se la nombra como “medio” o “cuarto” en referencia a la fracción de gramo, pero esta denominación oculta el hecho que se vende hasta en octavos de gramo.
El “chasque” oscila entre $25 a $50 pesos uruguayos (de uno a dos dólares), según el cliente, el barrio, la boca de expendio, y la calidad de la sustancia. Una “tiza” o “pila” de PBC es la unidad en que se transporta entre fronteras (unos 10 grs compactados) de la que calculamos que se extraen entre 50 y 80 dosis según el grado de pureza. La adquisición de una “tiza” en Buenos Aires ronda un valor de $700 (unos treinta dólares), y su valor en Uruguay varía entre $1.600 y $ 2.400 (entre ochenta y cinco y cien dólares) según su calidad y el número de intermediarios.
Un “ladrillo” se denomina a la unidad más grande que se transporta de la sustancia, de la cual se vende al peso a los distribuidores minoristas. Actualmente no tenemos el peso exacto que suele tener cada unidad.
El pasaje por la frontera se realiza pagándoles a las personas que trasladan las sustancias (“mulas”), dos o tres dólares por tiza transportada, en partidas de entre sesenta a cien tizas en el estómago (ingeridas), o trescientas tizas adosadas al cuerpo. Cada uno de los viajes de una “mula” desde Argentina se paga entre 8.000 y 15.000 pesos uruguayos (cuatrocientos y ochocientos dólares). Según informaciones de campo el tráfico resulta un negocio conveniente para cifras superiores al kilo de PBC, para lo que se requiere una inversión de tres mil quinientos dólares. La venta mayorista en Montevideo reporta una ganancia de entre 125 % y 200 %.
Testimonios
“Llevan de 60 a 100 pilas. Que también es gente muy usada (mulas) porque el precio que le pagan, le pagan, 8.000 pesos por todo el viaje y cuando trae 100 pilas 8.000 pesos y estamos hablando de que con una y media de éstas ya tenés los 8.000 pesos”.
“… Yo me traía más o menos unas 300 (se refiere a las pilas) … yo estaba trabajando en la calle y vino una persona y me dijo: “¿Querés ganar más plata? Yo te puedo dar más plata de la que vos hacés, más o menos 15.000 pesos, por sólo vos viajar y traerme unas cosas”
Como bien sustituto, resulta relevante tener en cuenta el precio de la cocaína que oscila entre nueve y dieciocho dólares por gramo; aunque también tenemos referencias de precios de dos dólares en barrios carenciados de la ciudad. El espectro de precios de la cocaína es tan amplio como suponemos que es la calidad de esa sustancia.
Sin embargo los traficantes consultados señalan como mecanismos de tráfico tanto la compra a un distribuidor mayor en Montevideo como la posibilidad de comprar en forma directa en Argentina a mejor precio, aunque todos los entrevistados adquieren PBC en el mercado local. Existe entonces la posibilidad de un ingreso sistemático de PBC en volúmenes menores.
«Sobre todo porque los métodos de distribución son muy complejos. No hay identificadas grandes organizaciones de tráfico. No es una boca» [de expendio] ni dos, ni es un narcotraficante externo a la comunidad; la droga, según saben las autoridades, ingresa vía «mulas«. Según Romani. (Director Junta Nacional de Drogas) (…) «El mini tráfico de pasta base es una expresión brutal de la pobreza, está armado por redes vecinales y familiares que han sustituido otras redes, que han ocupado el lugar de fuentes de trabajo«. (Brecha, 23/06/2006)
Como definen su territorio los nuevos narcos
La comercialización de PBC al menudeo se realiza en un porcentaje importante desde hogares particulares ubicados en distintas zonas de Montevideo. Se señala una fuerte distribución de esta droga (las “bocas”) en algunos barrios, en particular aquellos provistos de menos servicios. La consolidación de este fenómeno es relativamente nueva en Montevideo y en principio acotada a la PBC.
Los vendedores entrevistados dan cuenta de un mejor funcionamiento cuando la venta se realiza en determinados barrios. En especial aparece el tema de “seguridad” para evitar en primer término la acción policial y en segundo lugar la denuncia de los vecinos. La “vecindad” en estos casos se señala como relaciones “dones y contradones” donde el traficante provee de seguridad a la comunidad mientras que los vecinos le dan la certeza de no ser denunciados ante la policía.
La existencia de estos compromisos evidencia los niveles de inseguridad y violencia que se viven en los asentamientos donde se ancla el tráfico de drogas. Este comportamiento al estilo de las favelas cariocas es novedoso para el Uruguay. El componente inevitable de esto es la existencia de armas de fuego que respalden al traficante, aunque no se menciona un gran armamento, ya que el principal enemigo de quien cuidarse son los propios consumidores.
“… Si ellos ven que se ponen muy violentos, yo ya nomás mostrando el fierro, ya ellos se calman, quedan calmados, entonces se van. De repente si vos no tenés nada, porque ya te digo, vos si movés esto tenés que tener un arma para vos, mismo para tu familia porque hay gente que saben que vos vendés y te pueden patear la puerta para llevarte la pasta”.
La urgencia del consumidor de PBC aparece para el traficante como un riesgo, tanto a su integridad porque debe protegerse con armas para no ser asaltado por éstos, como por la “evidencia” en que los sitúan como distribuidores ante el descontrol y reiteración de los consumidores para los “ojos” ajenos de los vecinos. Esta fragilidad del distribuidor de PBC lo obliga a establecerse en zonas donde pueda controlar o colidiar con los vecinos y a su vez que tengan escaso control policial. Asimismo, su propia seguridad y autoridad se sostiene en el manejo de armas.
La tenencia de armas para defenderse y “hacerse respetar” es absolutamente normalizada, no es posible pensar en traficar sin tener armas de fuego. La particularidad de las “bocas” de venta de PBC es que a partir de este consumo en particular, las armas, son también para defenderse de los consumidores, ya que:
“Vos tenés que controlar, tenés que decir “mirá, no toqués ahí porque todo mal”. […] Lamentablemente para esto tenés que estar armado, […], no en términos de la Policía, en términos de clientes que te vienen de vivos a patearte la puerta, a robarte, porque en eso no hay denuncia que valga, entonces tenés que estar armado”.
El hecho de tener armas en la casa se plantea como una característica de la sociedad en general, no como un proceso exclusivo de los distribuidores de drogas, los robos crecientes y la percepción de inseguridad en general han llevado a armarse. Sin embargo, cuando dice: “no hay denuncia que valga” queda un pequeño espacio simbólico para la policía como protector de la propiedad privada evidenciando un afuera y adentro de esa protección.
La distribución de PBC en hogares particulares refleja la perversión de uso del sistema legal, en tanto, para la protección de la familia la Constitución uruguaya señala el hogar como “inviolable”[[ Constitución de Uruguay de 1967, con las modificaciones plebiscitadas el 26 de noviembre de 1989, el 26 de noviembre de 1994 y el 8 de diciembre de 1996. Artículo 11.- El hogar es un sagrado inviolable. De noche nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su jefe, y de día, sólo de orden expresa de Juez competente, por escrito y en los casos determinados por la ley]] y no se permite el allanamiento en procedimientos nocturnos en ninguna circunstancia, sólo con orden de juez durante el día. Es por ello que la gran mayoría de las bocas sólo distribuyen durante las horas de la noche y esto también se consolida en el consumo preferentemente nocturno de los “lateros”.
Asimismo, se hace referencia a la red de soporte en el barrio para implementar medidas alternativas de seguridad, cuando se reconocen bajo sospecha policial, tal como tener otros lugares donde guardar la sustancia con el conocimiento de la familia y/o conocidos.
“Tampoco tengo en mi casa un kilo de pasta. Un vecino te lo guarda, en todas las bocas siempre hay alguien que te guarda. No es lo mismo que te agarren con 5 medios que con varias tizas”.
La comercialización de Pasta Base de Cocaína una equivocada estrategia de supervivencia
Las estrategias económicas de los vendedores de PBC son muy diferentes, pero dan cuenta de la diversidad de situaciones a las que dio respuesta la oportunidad de distribución de PBC en distintas condiciones de inicio (socio-económicas, educativas, o familiares, antecedentes de ventas ilegales, etc).
Los casos observados tienen en común que la oportunidad de trasladar o vender PBC se presentó durante los años 2004 y 2005, constituyendo una importante fuente de ingresos para estas personas. En la mayoría de los casos se asoció además al ideal de auto sustentación y autonomía económica. En algunos casos constituyó un paso para resolver nuevos compromisos afectivos (familia, hijos, pareja). Los antecedentes del ingreso al mercado ilegal en los casos analizados son de inserción en el mercado informal de empleo (“changas”, “ventas en ferias vecinales”, “trabajo sexual no regulado”, etc.), siendo el tráfico un paso más en la profundización de las condiciones precarias de subsistencia.
Así, el traslado por frontera terrestre de PBC se presenta como oportunidad de dejar de ejercer el trabajo sexual. En otros casos, se inició en la venta de drogas hace unos dos años con el suministro de PBC (anteriormente consumía marihuana y eventualmente proveía a su barra) lo que le permitió emanciparse y dejar de depender de ingresos escasos y no sistemáticos en trabajos temporales
Los territorios donde se cruzan los niños y los jóvenes en situación de vulnerabilidad social y el consumo de pasta base, el denominador común es la precariedad o debilidad, de las redes e instituciones orientadas a la inclusión y promoción social de los niños, adolescentes y jóvenes. Prácticamente la totalidad de la política social esta orientada a la emergencia. Y los jóvenes que oscilan entre 10 a 15 años, que no se encuentran escolarizados, generalmente carecen de políticas sociales que se inscriban dentro de las acciones de prevención y promoción. A la vez, se entiende que existe una significativa fragmentación y desarticulación en la aplicación de las políticas públicas relativas a la prevención de consumo problemático con cobertura pública y gratuita, la asistencia y la promoción social, así como también de las intervenciones institucionales específicas.
El consumo de PBC en los jóvenes manifiesta de forma inmediata y acentuada los efectos de deterioro psico-físico, que promueve conductas de violencia y trasgresión de las normas de convivencia de forma significativa, y que a la vez, la edad de iniciación en el consumo es cada vez más temprana.
El eje de la política pública en relación al consumo de PBC, debe ser el de producir proyectos colectivos, de protagonismo y transformación social, desde la perspectiva de la inclusión y promoción de los derechos de los niños y jóvenes, con un eficaz impacto territorial y comunitario. Los gobiernos deben intervenir sobre la oferta de la Pasta Base, y cooperando con las organizaciones sociales en la transformación de los territorios y en la conformación de la comunidades que otorguen otros horizontes de futuro.
Por ello es imprescindible la articulación y la planificación en conjunto entre el Estado y las organizaciones sociales, con el objeto de construir políticas integrales e integradoras, de alto impacto comunitario y territorial, articular el trabajo comunitario con las redes de intervención institucional–estatal. La promoción de espacios de acción y participación entre políticas municipales, la comunidad, la familia y los jóvenes, se deben realizar características socio-culturales de cada entorno.
Se debe impulsar procesos de re-escolarización. La cultura, la recreación y los deportes son herramientas que hay que potenciar para el fortalecimiento comunitario. La capacitación e inserción laboral para los jóvenes, que faciliten el acceso a empleos dignos. Reorientar los espacios físicos, escuelas, plazas, centros culturales, para dotar de estructura a las acciones a trabajar con niños y adolescentes, Fortalecer la accesibilidad a todas las prestaciones de salud, para priorizar el tratamiento de todas las problemáticas asociadas al consumo de PBC.
Al mismo tiempo se ve la necesidad de investigar y reflexionar sistemáticamente sobre la temática, reconociendo que es un “consumo” que posee características y efectos particulares, y que hay que darse cuenta de la situación en que se encuentran los barrios y las familias que son golpeadas por la pasta base. El trabajo preventivo y de reparación sobre los efectos del consumo de PBC, siempre será escaso o incompleto en la medida que el Estado no asuma con firmeza, a través de las instituciones competentes, el control de la oferta y distribución de la “Pasta Base”. Y esta es una tarea, a diferencia de otras, donde el Estado debe ser protagonista exclusivo.
No olvidemos que el consumo de esta droga es altamente adictivo, que provoca daños neuronales e irreversibles, que fomenta el individualismo, que aísla, haciendo más difícil el compartir con los amigos, que excluye socialmente, Al consumirse en altas dosis, provoca pérdida del apetito y náuseas, altera la percepción y el juicio, acelera el ritmo cardíaco, provoca paranoia, insomnio, depresión, provoca más angustia y te puede generar un paro cardiaco. En caso de adicción, para poder conseguirla, se transgreden todos los límites.
(19 de setiembre de 2009)