Gregorio Gómez vé la divulgación de las medicinas alternativas o complementarias como
«Una necesidad actual, en mucha gente, de buscar otros caminos para restablecer y/o
mantener su salud, a veces por creer que hay otras medicinas más acordes con su forma
de pensar y de ser, otras veces porque no han recobrado la salud o el equilibrio como han
querido y por éso buscan esas alternativas -hay muchas- distintas a la medicina oficial».
Para Goyo , si está probado por la criminología y la medicina forense que científicamente por
el cabello de una persona se puede conocer la identidad y recomponer sus características
concretas, del mismo modo y para realizar un buen diagnóstico puede recurrirse a varias
ciencias (iridiología, quirología médica, pulsología y otros reflejos de zonas sensibles en
pies, manos y otros órganos, el diagnóstico por la lengua, por la oreja o auriculodiagnóstico,
…): «Cualquier parte de nuestro cuerpo indica cómo es nuestro cuerpo entero, cómo está
todo él. El cuerpo tiene un lenguaje riquísimo de todo lo que ocurre en su interior, lo va
contando. Para ello escribe en la piel, en los gestos, …, lo que está pasando. Hay otras
muchas formas de diagnóstico basadas en lo que el cuerpo cuenta, muchas veces sólo con
mirar. Saber ver es tan fiable o más que el lenguaje utilizado habitualmente en medicina, …
Se deben utilizar todos los sentidos para ver qué cuenta el cuerpo de cada persona, … Por
ejemplo, el importante papel del olor corporal en enfermedades que pueden diagnosticarse
muy especialmente por el olor que despide el cuerpo».
A la hora del tratamiento, las terapias alternativas y complementarias cuentan por una parte
con los productos de establecimientos como herbolarios y tiendas de herbodietética. Entre
ellos, plantas listas para infusiones, extractos de plantas simples o preparados complejos
específicos de plantas, complejos vitamínicos, complejos de vitaminas y minerales,
minerales orgánicos, oligoelementos catalíticos, aceites esenciales, productos apícolas, …
Y, por otro lado, la aplicación cuando resulta preciso de psicoterapia, musicoterapia,
acupuntura, magnetoterapia, auriculoterapia, terapia de ventosas, a base de cristales, de
colores o cromoterapia, aromaterapia, …
Goyo se refiere a los oligoelementos catalíticos (litio, fósforo,
azufre, oro, cobre, plata, manganeso, cobalto, etc.):
«Administrados a dosis muy pequeñas como activadores-
aceleradores (catalizadores) de los procesos enzimáticos, no
porque haya estados carenciales en los que falten, sino que se
trata de una utilización como catalizadores, que pasan y se van,
sin aumentar las tasas en el organismo del oligoelemento que
se administra».
Con respecto a la utilización de los aceites
esenciales , para la activación de funciones o de órganos,
previene sobre la automedicación haciendo hincapié en que se sigan los consejos que se
dén, por el profesional del herbolario, por el naturista, …
Tanto la terapia de ventosas (que consiste en su aplicación «en puntos concretos, como
tratamientos específicos para distintas enfermedades o para descongestionar en dolores,
contracturas, musculares, problemas hepáticos, pulmonares») como la auriculoterapia
(«terapia aplicada a puntos reflejos de todo el cuerpo o funciones que se encuentran en la
oreja, para estimular o sedar según el caso» ) son baratas, rápidas, eficaces y pueden
aplicarse sin complicaciones.
En palabras de Goyo , «todas las terapias son buenas, según
y para cada caso concreto. lo importante es que el terapeuta las aplique bien. Las medicinas
alternativas no suelen ser agresivas y bien practicadas no producen otras alteraciones o
problemas como a veces sucede con los fármacos habituales».
Por último el propio naturópata alerta en relación a las terapias alternativas: «mal aplicadas
también engañan a los enfermos. Hay que hablar del abuso que ha existido también en
estas medicinas alternativas, como en todas las medicinas, a la hora de las recetas, con
productos de última hora o los más caros, con minutas a veces excesivas, …», si bien, matiza,
«La gente es libre de elegir, se ofertan prácticamente todos los precios y muchas veces se
cree que lo más caro es lo mejor». Gregorio Gómez considera que «las terapias naturales no
tienen por qué ser caras, al contrario tienen que ser baratas. Y no son más lentas ni más
rápidas que las otras, simplemente son distintas».
(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 69, marzo de 1998)