La doctora Gutiérrez Durán recalcó la importancia de los hábitos alimentarios y de la nutrición en el óptimo crecimiento y
desarrollo del niño, su papel en la prevención de obesidad, osteoporosis, enfermedades
cardiovasculares y cáncer. Alertó contra el exceso de grasa en la dieta e insistió en la necesidad de aumentar la cantidad diaria de fibra. La nutrición correcta es la que aporta a diario los nutrientes y energía necesarios. En la pubertad, entre 11 y 14 años, hay un pico máximo de necesidad energética, más alto en niños que en niñas. La energía procede de la combustión de los macronutrientes
contenidos en los alimentos. Una dieta equilibrada es la que aporta energía de proteínas
en un 10-15%, de hidratos de carbono en un 50-58%, y de grasas en un 30-35%.
Las proteínas , que forman y reparan las estructuras corporales, se encuentran en carnes, pescados, leche y derivados, frutos secos, verduras y legumbres. Debe haber un equilibrio entre las de origen animal (entre 20-50%) y las de origen vegetal (las restantes).
Entre los hidratos de carbono , que almacenan energía corporal, se encuentran glucosa y fructosa, sacarosa y lactosa, y fibra que no se absorbe. La fibra regula la mecánica y el tracto digestivo, es eficaz en la prevención de enfermedades degenerativas y cardiovasculares, elimina gases y ácidos en el colon e intestino, retiene el agua, favorece el tránsito digestivo, proporciona sensación de saciedad, regula el colesterol y disminuye la absorción de glucosa. Son fuentes de fibra los cereales (especialmente los no refinados o integrales), las frutas sobre todo en la piel, verduras y hortalizas, legumbres, harina de salvado y el pan integral. Los niños necesitan 10 gramos diarios de fibra, la mujer 12 gramos al día y el hombre 18 gramos diarios.
Los lípidos son los que más energía aportan. Entre ellos está el colesterol, cuya ingesta máxima no debe ser superior a 300 miligramos diarios. El aporte de grasa diaria debe ser del 30-35% de las calorías totales. Está probada la relación entre el exceso de grasas
en la dieta y las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
Para la doctora Rayón, que abordó la importancia de minerales y vitaminas, en la dieta de los niños se debe aumentar la
cantidad de verduras, frutas, cereales y lácteos, y disminuir las bebidas
carbónicas que por su contenido en ácido fosfórico incrementan el déficit de calcio.
Minerales:
Calcio: fijado al hueso y al diente, forma la estructura ósea. Su proporción adecuada es fundamental para prevenir el raquitismo y la osteoporosis, así como para evitar o minimizar los problemas relacionados con la coagulación de la sangre y el sistema cardiaco. Entre los 13 y los 20 años hay un pico en la ingesta necesaria de calcio. Ha de tenerse en cuenta que sólo se absorbe un
20-30% del calcio ingerido en la dieta. El calcio se encuentra en la leche y sus derivados (queso, yogur), legumbres secas y harina de trigo.
Fósforo: unido al hueso y diente, entra en la formación del esqueleto y en la formación y
utilización de la energía. El fósforo se encuentra en pescado, carne, huevos, queso, frutos secos, cereales y chocolate.
Magnesio: activa los sistemas enzimáticos, interviene en los procesos inmunitarios y en la
energía. El magnesio se encuentra en limón, manzana, cereales, leche, cacao, frutos secos y lentejas.
Hierro: favorece la oxigenación celular. Su carencia provoca anemia. Son alimentos ricos en hierro las carnes y vísceras de origen animal, pescados, legumbres, verduras y yema de los huevos. Sólo se absorbe un 10% del hierro ingerido. En la
mujer pueden darse grandes pérdidas de hierro por la menstruación, si además hay reglas
muy abundantes puede llegarse fácilmente a una anemia. Es necesario ingerir vitamina C para que el hierro se absorba.
Sodio y Potasio: son muy importantes para un correcto equilibrio del agua en el organismo. El sodio se encuentra en carne, queso, ahumados y huevos. Y contienen potasio los plátanos, la col y la leche.
Iodo: indispensable para la síntesis de la hormona tiroidea, el desarrollo físico e intelectual
y para el crecimiento. Se encuentra el iodo en verduras, carnes, pescado marino y mariscos, frutas y sal marina.
Zinc: favorece la cicatrización de las heridas y el sistema inmunitario y estimula el crecimiento. El zinc se encuentra en los huevos, las legumbres, los cereales y el pan.
Vitaminas:
Vitamina A: importante para la piel y la mucosa, la retina y el equilibrio. Se encuentra en la mantequilla, leche, yema de huevo, hortalizas (especialmente zanahoria), legumbres y aceites de pescado.
Vitamina D: muy importante para la absorción correcta de calcio y fósforo y para el desarrollo del
esqueleto y una buena mineralización. Se encuentra, sobre todo, en la mantequilla, los huevos y el aceite de hígado de bacalao.
Las vitaminas A y D, en exceso, pueden acumularse en el hígado y resultar tóxicas para el organismo.
Vitamina E: antioxidante de células y alimentos, contribuye a retrasar el envejecimiento
celular. Su falta produce anemia hemolítica por rotura de los glóbulos rojos. La vitamina E se encuentra en cerales, legumbres, nueces, mantequillas, hortalizas y aceites vegetales.
Vitamina K: interviene en la coagulación de la sangre y en la síntesis de la flora intestinal. Se encuentra en las espinacas, lechuga, col y brécol.
Vitaminas hidrosolubles: No se acumulan en el organismo sino que se eliminan por la orina. Son el complejo de vitamina B y la vitamina C.
Complejo de vitamina B: B1, B2, B3, B5, B6 y B12, son necesarias para la actividad enzimática y el metabolismo de la
hemoglobina. Su déficit produce anemia megaloblástica (=glóbulos rojos más grandes y que no oxigenan a las células). El complejo B está presente en alimentos de origen vegetal (legumbres, germen de trigo, levadura de cerveza) y en carnes y pescados, excepto la B12 que únicamente se encuentra en alimentos de origen animal (carnes, pescados, huevos y leche).
Vitamina C: es necesario ingerirla por su gran importancia para la absorción del hierro, en la
formación del tejido conjuntivo, en la hematopoiesis y en el desarrollo de la inmunidad del organismo. Su falta puede originar el escorbuto. La vitamina C es abundante en las frutas, especialmente cítricos, fresa, fresón, naranja, mandarina, kiwi, melón, berro, perejil y patata.
Deficiencias en la nutrición de los niños madrileños: De acuerdo con un estudio llevado
a cabo por la Universidad Complutense de Madrid, las principales deficiencias son el pescado, las frutas y
verduras y la fibra; deficiencias en hierro y bajas ingestas de calcio; déficit también en la ingesta de ácido fólico y de vitaminas del complejo B y en las vitaminas A, C y E. Datos a tener
muy en cuenta para una eficaz prevención de la osteoporosis y las enfermedades
cardiovasculares y cerebrovasculares.
La doctora Rivas distinguió tres etapas en el niño. En la 1ª, hasta los 2 años, hay un crecimiento muy rápido y el bebé cuadruplica su peso. En la 2ª, de 3 a 8 años, hay más inapetencia y un crecimiento más lento, de 5 a 7 cm. por año, y posible problema de obesidad relacionado con el sedentarismo del niño y un menor gasto energético que coincide con el inicio de la edad escolar, época de adquisición de los hábitos alimentarios que más tarde es muy difícil modificar. En la 3ª etapa, desde 8-10 años, pre y pubertad, hay una nueva aceleración del crecimiento, se produce la maduración sexual y una duplicación de la masa corporal y un elevado riesgo nutricional, con diferencias entre los niños (más retrasados y altos y con más energía) y las niñas que tienen un mayor crecimiento a los 12 años.
En su opinión, una dieta equilibrada debe suponer gran variedad y no más
de un 25% de cada uno de los 4 grupos de alimentos; leche y productos lácteos; carnes,
pescados y huevos; pan, cereales y legumbres; frutas, verduras y hortalizas.
Al confrontar el perfil calórico ideal de los niños con el real, se observa un exceso de proteínas (demasiada
carne y huevos), una muy alta cantidad de grasas, faltan hidratos de carbono complejos
(cereales, legumbres y verduras) y sobran hidratos de carbono refinados (bollos, palmeras
de chocolate, …) que además de no aportar micronutrientes tampoco proporcionan nada de fibra, muy necesaria para
una dieta equilibrada.
Como alimentos a incrementar en la dieta, la doctora Rivas indicó las verduras y hortalizas (especialmente por su cantidad de fibra), cereales,
legumbres, pescados y lácteos (por el calcio y aminoácidos esenciales liposolubles), y proteínas de origen vegetal mezclando legumbres con
cereales para evitar la pérdida de calcio, en relación con las necesidades óseas y para la prevención de la osteoporosis.
Debe controlarse el peso de los niños para detectar desde un comienzo los problemas y situaciones asociadas a la obesidad. Sobrepeso es el que sobrepasa hasta en un 20% el peso ideal, y obesidad se reserva a un peso superior al 20% del peso ideal. Ante un niño
obeso debe aumentarse su actividad física y evitar las restricciones, que deben limitarse únicamente a restringirle sólo el consumo de golosinas, bebidas
refrescantes, sal por su efecto de retención de líquidos, y muy especialmente las grasas. Para terminar, hizo hincapié en que para adelgazar es preciso un
cambio de hábitos alimentarios, lo cual es un proceso muy lento y a efectuar con mucho cuidado, si se busca una figura corporal delgada que puede estar asociada a la anorexia.
(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 67, enero de 1998)