P. ¿Qué es la obesidad?:
Es la presencia de una cantidad excesiva de grasa en el cuerpo, con relación a la altura. Puede hablarse de obesidad cuando el peso corporal es superior en un 10% al considerado «normal». Pero es más exacto decir que existe obesidad cuando el porcentaje de grasa corporal es superior al 30% en el caso de las mujeres y al 25% en el caso de los hombres. En nuestra sociedad, entre un 10% y un 50% de la población adulta es obesa, y es preocupante el enorme aumento de niños con un problema grave de obesidad, puesto que, con frecuencia, estos niños serán adultos obesos.
P. ¿Por qué hay personas obesas?:
La obesidad puede deberse a distintas causas fisiológicas. A un exceso de actividad de las glándulas suprarrenales, con síntomas de bulimia y hambre exagerada; a una insuficiente actividad de las glándulas tiroideas (hipotiroidismo), que se manifiesta con «cara en luna llena», celulitis, …; a una insuficiencia hepática. O por una acumulación excesiva de sangre en la zona pélvica, acompañando una ovaritis, … Puede asociarse a un exceso de estrógenos por parte de los ovarios, con obesidad de cintura para abajo. Una obesidad de cintura para arriba podría ser síntoma de un exceso en la síntesis orgánica de testosterona.
Pero, detrás de estas alteraciones fisiológicas, solemos encontrar alteraciones psicoemocionales que están profundamente ancladas en nuestro subconsciente, en forma de programaciones mentales que casi siempre arrastramos desde hace muchos años y de las que difícilmente somos capaces de desprendernos, … Asimismo es habitual que las carencias afectivas se traten de compensar con una ingestión exagerada de alimentos, de manera frecuentemente compulsiva, …
P. ¿Cuál es el papel de los hábitos alimentarios?:
Los hábitos alimentarios adquiridos durante la infancia suelen ser mantenidos en la edad adulta. Es muy importante un programa de reeducación, en el que seamos capaces de incorporar a nuestra vida alimentos tal vez desconocidos hasta el momento, así como de reducir en lo posible otros que pueden ser perjudiciales para la salud. Es laborioso, pero fundamental cuando queremos combinar una composición corporal adecuada (peso ideal) con una buena salud y conservarlas el mayor tiempo posible. Para ello es aconsejable la ayuda de un profesional, capaz de calibrar las causas y posibles tratamientos de la obesidad, evitando los riesgos que a veces acompañan a dietas desequilibradas o a la ingestión de fármacos nocivos para la salud.
P.¿Cómo determinas si una persona es obesa?:
Para determinar la composición corporal aplicamos en nuestras consultas el método Maltron, técnica basada en la medida de la resistencia eléctrica del cuerpo humano. La cantidad de agua y masa libre de grasa en el organismo se puede cuantificar con precisión midiendo la resistencia eléctrica total del cuerpo, … El nivel de señal detectado, corregido con la altura de la persona, indicará el total de agua y masa magra libre de grasa del organismo, … Debido a la propiedad de bio-resistencia de nuestro cuerpo, podemos determinar el porcentaje de tejido graso, masa magra y de líquidos orgánicos, de manera exacta, rápida e indolora.
P. ¿En qué consiste el tratamiento?:
Una vez que hemos determinado la composición corporal exacta, estamos en condiciones de saber a qué tipo de obesidad nos enfrentamos, así como el tratamiento más adecuado a seguir. Para ello, contamos con la valiosa ayuda de las plantas medicinales, que nos brindan sus propiedades curativas y colaboran en nuestro propósito de eliminar grasas, líquidos, disminuyen el apetito de forma natural, favorecen el tránsito intestinal, equilibran el funcionamiento de nuestras glándulas, estimulan la circulación de retorno insuficiente, estimulan el funcionamiento del hígado, etc., dependiendo de cada caso en particular. Es aconsejable la incorporación, en nuestros hábitos de vida, de un ejercicio físico adecuado, capaz de mantenernos en forma, tanto a nivel físico como psicológico, debido a la espontánea liberación de las conocidas endorfinas, también llamadas «las hormonas de la felicidad», durante el ejercicio físico, y mantener a la vez nuestros tejidos firmes.
La reeducación de nuestros hábitos alimentarios es fundamental para conseguir adelgazar con éxito, así como para mantener en el tiempo un peso adecuado y una buena salud. Hay numerosos tipos de dietas, algunas de las cuales pueden llegar a ser peligrosas por la posibilidad de producir una acidosis metabólica, o una hiperproteinemia, alterar el correcto funcionamiento de nuestras neuronas o la síntesis de ciertas hormonas y por lo tanto, ser causa de graves alteraciones orgánicas. Frecuentemente es más importante la clase de alimentos que escogemos para alimentarnos que la cantidad total de calorías aportadas a lo largo del día: hay alimentos que al tomarlos en la misma comida, favorecen su almacenamiento en forma de grasa. Lo que nos lleva a las dietas disociadas, en vez de otras en las que se limita la ingestión de calorías diarias.
Además, algunos aminoácidos (los componentes más sencillos de las proteínas de los alimentos) como L-carnitina, L-metionina, colina, etc., potencian de forma natural e inocua la disolución de la grasa corporal. Cabe también la posibilidad de tomar algún aporte suplementario de vitaminas y minerales con el fin de evitar posibles carencias nutricionales, siendo siempre preferible que sean de origen natural y no de síntesis, como por ejemplo en forma de zumos, extractos vegetales y de algas, o en forma de semillas germinadas. Así como preferir siempre alimentos integrales, a ser posible biológicos, frescos y crudos, lo cual garantizará en lo posible que nuestra alimentación es equilibrada y completa.
Plantas para la retención de líquidos: cola de caballo, estigmas de maíz, abedul, gramma, vara de oro, apio, berro, cardo mariano, diente de león, fresa, fresno, fucus, laminaria, ortiga mayor (verde), ulmaria, etc.
Para la acumulación de grasa: fucus, laminaria, hiedra, aceite esencial de limón, centella asiática.
Para el estreñimiento: fucus, laminaria, malva, llantén (plantago), zaragatona, lino, laxantes con antraquinonas (sen, cáscara sagrada) que no deben tomarse sino en casos muy específicos y durante poco tiempo. Llevar una dieta rica en fibras vegetales, provenientes de los cereales integrales, especialmente avena, frutas y verduras. Particularmente laxantes son fresa, ciruela, naranja, melón, pera, kiwi…
Para la piel: alimentos ricos en vitamina A, E y las del grupo B, levadura de cerveza, aceite de germen de trigo, zumos de frutas y verduras.
P. ¿A qué se debe la celulitis, qué repercusiones puede tener sobre la salud?:
El estado ideal de la piel es cuando está lisa, si se pliega sin formar abultamientos, pero no es lo habitual en la mayoría de las mujeres, especialmente en algunas zonas como la de los muslos, en los que se puede observar en mayor o menor grado la aparición de la celulitis. Empieza siendo una cuestión estética pero, a medida que va avanzando, va comprometiendo el buen estado de salud de los tejidos de la zona afectada, alterando la circulación sanguínea y linfática, la estructura de las fíbras de colágeno y elásticas, que se llegan a romper. Los adipocitos se espesan y endurecen, se produce retención hídrica y dolor local con acúmulo de sustancias tóxicas en la zona afectada.
Los hombres, por la diferente estructura de sus tejidos, apenas se ven afectados por la celulitis, a no ser que su nivel de testosterona sea inferior a lo normal. La causa hay que buscarla en la estructura del tejido subcutáneo, que es distinto en la mujer y en el hombre. En el tejido subcutáneo encontramos un entramado de fibras de tejido conjuntivo, que son los que dan resistencia a los tejidos corporales y que son más lasos en la mujer. Entre este entramado de células de tejido conjuntivo se encuentran las células grasas que varían en cuanto a número y tamaño de unas personas a otras, pero cuya disposición es distinta también en la mujer. Las células grasas se desarrollan fundamentalmente durante el primer año de vida, de ahí la gran importancia de la alimentación en este período, y luego a lo largo de la vida lo que suelen hacer es aumentar de tamaño, hipertrofiarse simplemente.
P. ¿Cómo puede tratarse?:
Alrededor de un año y medio antes de la primera menstruación, la hipófisis empieza a enviar señales a los ovarios para que elaboren una mayor cantidad de estrógenos, tienen lugar alteraciones y cambios anatómicos que facilitan la distensión muscular y la acumulación de grasa en la zona, alrededor de los muslos. Por este motivo, es muy importante mantener en forma estos músculos haciendo «sentadillas» todos los días. En el tratamiento nos podemos ayudar con una dieta adecuada, donde no se mezclen los glúcidos con los lípidos en la misma comida. También con un aporte suplementario de plantas medicinales, como salvia, fucus, consuelda, hammamelis, verbena, abedul, maíz, hiedra, laminaria, angélica, y distintos aceites esenciales como el de limón, pino, romero, cipres o tomillo, dependiendo de cada caso en particular. El masaje es muy útil, sobre todo si se combina con la aplicación de una buena crema anticelulítica que contenga hiedra, algas, rusco, aquilea, castaño de indias y centella asiática, entre otras, y siempre aplicarla en sentido ascendente para favorecer el drenaje vascular y linfático de la zona. Puede ser útil la complementación con baños calientes donde se añada al agua arcilla verde, algas, y extractos o aceites esenciales de plantas, dependiendo del tipo de celulitis.
P. ¿Qué ocurre durante la menopausia?:
Con su llegada se produce una nueva revolución hormonal en el cuerpo de la mujer. Los ovarios dejan de elaborar estrógenos y la glándula tiroidea suele bajar su actividad. El tiroides disminuye la producción de hormonas tiroideas, lo que favorece la aparición de celulitis. En este caso son aconsejables las algas marrones, fucus, laminaria. Asimismo, no se suele tener en cuenta que con los años se va necesitando un menor aporte calórico para mantenerse en el mismo peso. La dieta debe irse adaptando a cada edad e ir variando a lo largo de la vida para mantener la buena salud.
(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 85, septiembre de 1999)