Pedro Palomo comenzó su exposición haciendo referencia a los mecanismos de defensa o sistema inmunitario: «Los seres vivos disponemos de un complejo sistema de defensa cuya misión es el mantenimiento constante de la integridad orgánica y funcional de nuestro cuerpo. La inmunidad es la capacidad del organismo para defenderse de sustancias extrañas o agentes nocivos».
Desde el punto de vista de la medicina natural se considera al sistema inmunitario como uno de los pilares más importantes para adaptar y restablecer el equilibrio del organismo frente a cualquier agente externo nocivo: «Un buen sistema inmunitario previene del padecimiento de muchas enfermedades», enfatizó, en opinión no sólo de especialistas en medicinas complementarias.
Cabe diferenciar dos tipos de inmunidad, la inespecífica o innata, que son mecanismos de defensa presentes desde el nacimiento, y la inmunidad específica o adaptada, que se desarrolla con el tiempo y actúa de manera específica contra cada uno de los agentes externos y, más en concreto, contra el antígeno o estructura causante de la disfunción orgánica.
Sistema inmunitario y mecanismos de defensa
El sistema inmunitario del ser humano conoce diversas fases en su desarrollo, desde la formación del feto en el embarazo hasta la senilidad al final de la existencia. Durante el desarrollo fetal o fase de inmunotolerancia embrionaria se inicia la creación del sistema inmunitario, la madre transmite una cierta inmunidad al feto que, paulatinamente, va desarrollando su sistema inmunitario. Tras el nacimiento y hasta aproximadamente los 10 años, tiene lugar una maduración inmunitaria, y entre los 10 y 30 años se consigue la madurez inmunológica.
Desde los 30 o 40 y hasta los 50 o 60 años el organismo entra en una fase de debilidad inmunológica, la respuesta inmunitaria comienza a decaer, por lo que de acuerdo con Pedro Palomo: «Debemos potenciar y cuidar de forma natural nuestras defensas». Y a partir de los 65-70 años, o comienzo de una parálisis inmunológica: «Aunque debemos ser conscientes toda nuestra vida de la importancia de la prevención, es en esta etapa donde adquiere máxima relevancia».
Para Palomo, todo organismo se encuentra en constante adaptación al medio, con continuas agresiones externas ante las que debe mantener o recuperar el equilibrio. El sistema inmunitario es el responsable o encargado de enfrentarse a los distintos gérmenes del exterior, que producirán anomalías o disfunciones si dicho sistema se encuentra debilitado, hasta la instauración de una patología.
Para explicar los mecanismos mediante los cuales nuestro organismo es capaz de adaptarse y hacer frente a los agentes nocivos a los que nos vemos expuestos en todo momento, comparó el organismo con una fortaleza a defender.
Así, frente a cualquier agresión exterior actúan en primer lugar las defensas inespecíficas, barreras físicas primarias y secundarias que impiden la entrada de los gérmenes y, a continuación, las defensas específicas.
Como barreras primarias tenemos la piel y mucosas sanas («Murallas de que dispone nuestro organismo»), los pelos y cilicios («Representan la alambrada que nos rodea impidiendo el acercamiento del invasor») y células como los fagocitos, células secretoras y la flora intestinal («Secretan sustancias como las lisozimas (enzima lítica existente en las lágrimas, moco nasal y en la mayoría de los tejidos y secreciones; antibiótico natural que inhibe por lisis numerosas bacterias patógenas), moco, jugo gástrico, enzimas, etc., que impiden la entrada de gérmenes nocivos, y que actúan a modo del agua y aceite hirviendo vertidos desde lo alto de las murallas»).
Las barreras secundarias comienzan a actuar una vez que los gérmenes han sido capaces de encontrar un lugar por donde entrar al organismo, un corte o una pequeña herida por ejemplo: «Aumenta el flujo de sangre en la zona enviando de forma rápida como fuerzas de choque fagocitos, macrófagos y leucocitos» y entra en acción el primer mecanismo de defensa, la inflamación, acompañada de calor, rubor e hinchazón de la zona: «Dentro de las fuerzas de choque están los macrófagos, especializados en estudiar los puntos débiles y diferenciales del agresor, información que transmiten a los linfocitos T».
Defensas específicas
Llegado este punto del proceso intervienen las defensas específicas del organismo, los linfocitos T y los linfocitos B, que siguiendo con el símil propuesto por el ponente, equivaldrían al estado mayor de los mecanismos de defensa del organismo. Distinguiendo entre linfocitos T de memoria («Encargados de buscar en sus archivos un antecedente de invasión similar»), linfocitos T efectores («Mientras las células de memoria revisan sus archivos, los efectores secretan unas sustancias llamadas linfoquinas como arma efectiva frente al agresor»), linfocitos B colaboradores («Si las células de memoria no encuentran antecedentes, ordenan a los linfocitos B, que actúan a modo de cadena de fabricación especializada, elaborar los anticuerpos específicos frente a ese agresor») y linfocitos T supresores («Son los encargados de la economía. Cuando la fabricación de anticuerpos llega a una cantidad ideal, frenan su producción para no malgastar el presupuesto defensivo»).
Vencida la infección, Pedro Palomo hace especial hincapié en la importancia de llevar a cabo una adecuada limpieza del organismo a través de una buena depuración, para evitar cualquier posible reinvasión del virus o germen nocivo («Hay que dejar limpio el organismo para lo cual disponemos de los fagocitos basureros, encargados de comerse los restos de la batalla»), así como reequilibrar de nuevo el sistema inmunitario mediante una buena jalea real.
Se pasaría por tanto a una fase de mantenimiento o convalecencia cuyo primer paso ha de consistir en reequilibrar y limpiar el sistema inmunitario y orgánico de la suciedad originada en la infección y la lucha del organismo contra ella. Se trata de una fase importante de cara a prevenir una segunda infección de las vías respiratorias, con el mismo germen o con otro distinto, pero normalmente suele no realizarse dicha limpieza y equilibrio del sistema inmunitario, lo que explicaría en opinión de Pedro Palomo la repetición de las infecciones en la misma persona y en periodos muy próximos.
La medicina natural, añade Pedro Palomo, realiza tres tipos de acciones diferentes, de efecto preventivo mediante el fortalecimiento del sistema inmunitario, curativo para lo cual diferencia el momento de la aparición de los primeros síntomas y el de su instauración, y de mantenimiento.
Prevención
«Como el organismo se encuentra en constante adaptación al medio, debería realizarse una buena prevención mediante el fortalecimiento del sistema inmunitario» indica Palomo.
Desde la medicina natural y el sistema inmunitario, en el logro del efecto preventivo se distinguen tres pasos, depurativo, regulador del ph y de la flora intestinal, e inmunoestimulante. El primero ante todo drena y depura el organismo. El segundo paso, si es necesario, consiste en regular el ph y la flora intestinal: «Que es el 30% del sistema inmunitario» según sus palabras. Una tercera o terapia inmunoestimulante, conociendo el historial de infecciones respiratorias de cada persona en concreto, bien a base de equilibradores del organismo como la jalea, bien a base de plantas o complejos inmunoestimulantes, o bien de ambos a la vez. Y una fase de mantenimiento, entre 10 y 15 días, de limpieza y equilibrio del sistema inmunitario.
Depuración
En el primer paso, depurativo para limpiar el organismo, se introducen en la alimentación caldos depurativos (con cebolla, ajo, habichuelas, algas, col, acelgas y una pizca de cayena, de los que pueden tomarse tres tazas diarias a lo largo de todo el tratamiento, especialmente si no es posible realizar una depuración con algún producto específico) junto con complementos de la dieta durante un periodo de entre 10 y 15 días para normalizar los órganos encargados de la eliminación de sustancias residuales del organismo como hígado, intestino, riñón, piel y mucosas (a base de zarzaparrilla, borraja, diente de león, ortiga, grosellero negro) así como sustancias antioxidantes y estimulantes del metabolismo celular que ayudan a neutralizar el exceso de radicales libres y mejorar el funcionamiento celular (vitaminas A, C y E, selenio y zinc).
Ph y flora intestinal
Para regular el ph orgánico y la flora intestinal, considera Pedro Palomo, se debe equilibrar la alimentación mediante el aumento del consumo de alimentos de origen vegetal (verduras, legumbres, cereales integrales, frutas, …) así como disminuir las carnes y aumentar el consumo de pescado. Como complementos de la dieta Palomo señala el efecto prebiótico del suero de leche («Que ayuda a restablecer el ph neutro del organismo y en el colon crea el medio ambiente ideal para equilibrar la flora intestinal con el crecimiento de bacterias fermentativas, en detrimento de las bacterias de putrefacción y nocivas») y el efecto probiótico de bacterias intestinales («Fundamentales para el total equilibrio de la flora junto con fibras que favorecen un buen tránsito intestinal, regularizan la flora colónica, mejoran el proceso digestivo, la absorción de micronutrientes como vitaminas y minerales, y macronutrientes, potencian la inmunidad y evitan la proliferación de bacterias nocivas»).
Inmunoestimulación
Se basa en el aporte de sustancias que potencian las defensas de nuestro organismo: jalea real (vitaliza, tonifica y reequilibra el sistema nervioso central, aumenta el rendimiento físico e intelectual, ayuda ante desnutrición y anorexia), propóleo (bacteriostático, bactericida, antiviral, fungicida e inmunoestimulante, en afecciones de los sistemas respiratorio, dérmico y genitourinario) vitaminas y minerales, vitamina C (antioxidante, inhibe la proliferación y propagación de las infecciones, potencia los beneficios del propóleo y jalea real, ante procesos infecciosos respiratorios) y plantas para potenciar y fortalecer las defensas como equinácea (planta inmunoestimulante por excelencia, potencia la inmunidad inespecífica y con propiedades antivíricas y antibacterianas), uña de gato (inmunoestimulante, antiinflamatoria, antioxidante y antiagregante plaquetario, beneficiosa en disminución de las defensas orgánicas y artritis, artrosis, procesos dolorosos e inflamatorios, neumonías y procesos alérgicos), y shiitake (aumenta las defensas específicas, antibiótico de amplio espectro, antivírico e hipocolesterolemiante, beneficioso en todo tipo de infecciones, sobre todo del aparato respiratorio), especialmente para las personas que tienen sus defensas deprimidas con cierta frecuencia.
Tratamiento complementario
Cuando aparecen los primeros síntomas de que el organismo está luchando con el germen que está dentro de él (sensación de malestar y catarro, moqueo y atasco nasal): «https://www.herbogeminis.com/revista/La actuación debe ser rápida y eficaz para evitar que los gérmenes invasivos extiendan la infección y se instaure la enfermedad con una sintomatología que resta calidad de vida». Pedro Palomo propone estimular el sistema inmunitario, hacer frente a bacterias, virus y hongos, y limpiar las mucosas y los tejidos infectados. Para lo cual recomienda propóleo, tomillo, equinácea, salvia, miel, los oligoelementos manganeso y cobre, aceites esenciales de eucalipto y tomillo, y vitamina C.
Si la infección, catarro o gripe, está instaurada: «https://www.herbogeminis.com/revista/Es la fase más problemática, en la que deben llevarse dos tipos de acciones: recuperar el equilibrio del organismo mediante la estimulación del sistema inmunitario para luchar contra el germen, y disminuir o paliar el malestar y los síntomas, especialmente el más intenso. Si hay mucosidad con plantas y jarabes expectorantes, si se trata de tos seca con antitusígenos, y si se presentan a la vez los dos síntomas tomando ambas», Palomo propone dosis mayores de equinácea, tomillo, acerola, propóleo, miel, oligoelementos, junto con plantas depurativas, balsámicas, antisépticas, expectorantes, antitusígenas y broncodilatadoras tales como salvia, grosellero, drosera, malvavisco, malva, hierba luisa, llantén, regaliz, y aceites esenciales de pino, tomillo, eucalipto, menta.
Mantenimiento
Palomo aconseja mantener entre 15 y 20 días un tratamiento de continuación a base de jaleas para tonificar el sistema nervioso neurovegetativo, especialmente si hay estrés, y el estado anímico, y reforzar el sistema inmunitario: «https://www.herbogeminis.com/revista/La jalea real, además de aportar sustancias que potencian el estado anímico de la persona convaleciente por su efecto energético y equilibrador del organismo, ayuda a que todo tratamiento sea más efectivo»https://www.herbogeminis.com/revista/. Junto con miel y polen, sobre todo para prevenir las alergias respiratorias hasta los meses de febrero y marzo. Y caldos depurativos que si bien conviene tomar durante todo el proceso, más especialmente en las fases de depuración y mantenimiento.
(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 120, noviembre de 2002)