¿En qué se basa la versión oficial del SIDA?
Cuando se pide formalmente a las autoridades sanitarias, a los responsables de centros hospitalarios o universitarios, a los especialistas oficiales del SIDA, o a cualquier otra institución o personalidad, los artículos científicos de referencia –es decir, los originales, los primeros, los decisivos, los fundacionales- que demuestran que “el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH, existe y es la causa del SIDA”, no suele recibirse respuesta alguna.
Este hecho puede sorprender enormemente a quien sigue creyendo que la versión oficial del SIDA, que resumo en la expresión VIH/SIDA, es cierta y está perfectamente documentada, y por ello le invito a que haga su propia experiencia y los solicite. Supongo que cuando los responsables de contestar leen la expresión “de referencia”, deciden que no van a perder tiempo con una persona que ya tiene una información sólida.
En los raros casos en que hay réplica, remiten a un artículo principal y tres complementarios del estadounidense Dr. Robert Gallo y su equipo, publicados por la revista Science del 4 de mayo de 1984. Vale la pena, pues, saber cómo se gestó dicho documento central, pues de ahí nace toda la ficción VIH/SIDA. Consta de tres páginas ilustradas con dos fotos. ¿Cómo se forjó este texto, y de dónde se obtuvieron estas fotos?
Salen a la luz en 2008 unos documentos decisivos de 1984
Desde mediados los años ochenta, quien ha investigado con rigor e independencia el tema SIDA, ha llegado a la conclusión de que no hay prueba científica ni biológica ni bio-lógica ni documental ni real alguna de la tan utilizada afirmación ‘el VIH causa el SIDA’. La única duda que aún podía quedarle es si ‘el VIH existe pero es inofensivo’ o si ni siquiera es cierto que ‘el VIH existe’. En ambos casos, la versión oficial es falsa, y los fármacos antivirales utilizados en los hospitales no son sólo venenosos sino además innecesarios.
Lo nuevo es que, encima, desde el 30 de junio de 2008 se sabe que el VIH/ SIDA se basa en un fraude científico efectuado por el Dr. Gallo, quien en 1984 se sacó de la manga un supuesto virus y engañó a la humanidad presentándolo como causante del SIDA.
En efecto, el último día del pasado junio apareció en Bristol (Reino Unido) la [versión original del libro Miedo a lo invisible. Cuán temerosos debemos estar de virus y vacunas, de VIH y SIDA, de la veterana periodista Janine Roberts. Por primera vez en el mundo, se hizo pública la documentación en inglés que demuestra la criminal actuación del Dr. Gallo. He aquí su contextualización y explicación.
Cronología del presunto delito en 1984 del Dr. Gallo (presunto hasta que haya una condena judicial firme)
Febrero
— – 22 ó más tarde: el Dr. Mikulas (Mika) Popovic, jefe del laboratorio del Dr. Gallo, empieza los ensayos que son considerados como los (primeros y únicos) que demostraron concluyentemente que ‘se aisló un nuevo virus causante del SIDA’.
— – ¿Fines de febrero?: El Dr. Gallo sale de gira por Europa, incluida una conferencia en el propio Institute Pasteur de París. Anuncia que está a punto de culminar el aislamiento de un nuevo miembro de “su” familia de virus HTLV que ‘es la causa del SIDA’. Mientras, el Dr. Popovic prosigue los experimentos. Antes de viajar, el Dr. Gallo acuerda con la dirección de Science su exclusiva en la publicación de ‘una importantísima primicia mundial que revolucionará el SIDA’.
Marzo
— – Hacia 19: El Dr. Popovic redacta el borrador del artículo central para Science, lo deja para que lo encuentre el Dr. Gallo a su retorno de la gira, y se marcha a esquiar.
— – ¿20? Documento Popovic: El Dr. Gallo se encuentra con un borrador que no cumple en absoluto las expectativas del sensacional hallazgo que lleva semanas anunciando. Su reacción es adaptar la realidad a sus deseos: cambia el contenido del borrador, tachando lo que no concuerda con lo anunciado, llenando de su puño y letra de correcciones sus diez páginas y redactando cinco hojas extras. Además, luego introducirá bastantes cambios más en el texto que finalmente enviará a Science. Todo ello apuntando en la dirección que había divulgado.
— – 26: Documento Gonda.
— – 29: Documento Minowada.
— – 30: Gallo envía sus artículos manipulados a la revista Science.
Abril
— – 19: Science acepta los artículos remitidos por Gallo
— – 22: El New York Times publica en primera página un artículo del influyente Dr. Lawrence K. Altman recogiendo que el Dr. James O. Mason, director de los poderosos CDC (Centros de Control de Enfermedades), consideraba que ‘el virus descubierto en Francia era la causa del SIDA’. Los CDC tomaban así posición pública contra el ‘virus del Dr. Gallo’.
— – 23: Conferencia Internacional de Prensa del Dr. Gallo y la Ministra de Sanidad estadounidense, Margaret Heckler, quien anuncia ‘un nuevo éxito de la ciencia americana: el Dr. Gallo ha aislado un virus que es la probable causa del Sida’. Así maniobraron los también poderosos NIH (Institutos Nacionales de Salud, uno de los cuales es el Instituto Nacional de Cáncer en el que trabajaba el Dr. Gallo), y el supuesto ‘virus americano’ tomó la delantera mediática y política al supuesto ‘virus francés’. La palabra “probable” fue desapareciendo. Había nacido el VIH/SIDA como verdad política y social mundial.
Mayo
— – 4: Science publica los cuatro artículos del Dr. Gallo sólo 35 días después de su envío. Han transcurrido once días de la conferencia de prensa, por lo que estos textos ya fueron leídos con gafas VIH/SIDA. Así la verdad político-social se convirtió en verdad científico-médica.
El significado de las manipulaciones hechas por el Dr. Gallo queda puesto de relieve cuando tacha completamente la frase: ’A pesar de los intensivos esfuerzos de investigación efectuados, el agente causante del SIDA aún no ha sido identificado’ (pg. 4). Esto es lo decisivo, ya que el texto resultante será presentado desde antes de su publicación como la prueba científica de que el Dr. Gallo y su equipo culminaron sus ensayos con la ‘identificación del agente causal del SIDA’. En el texto aparecido en Science, la frase suprimida es reemplazada por esta otra: ‘Que un retrovirus de la familia HTLV puede ser el agente etiológico del SIDA fue sugerido por los hallazgos: (…)’, y menciona nueve hallazgos, con sus respectivas referencias, que nada tienen que ver con los experimentos acabados de efectuar por el Dr. Popovic.
Previamente, el Dr. Gallo ha cruzado con un trazo diagonal el Abstract ó Resumen escribiendo debajo: ‘Este resumen es demasiado trivial para un posible artículo innovador (brealtrough) en Science’.
Además, efectúa un significativo cambio de título. El del Dr. Popovic era: ‘Obtención y producción continua de retrovirus linfotrópico de células T humanas (VLTH-III) de pacientes con SIDA’. El título del texto que sale en Science es convertido en ‘Detección, aislamiento y producción continua de retrovirus citopáticos (VLTH-III) de pacientes con SIDA y pre-SIDA’. Pero en realidad, en el borrador en ningún momento el Dr. Popovic hace referencia alguna a que sus experimentos pretendiesen ‘aislar un nuevo virus’ ni buscasen demostrar ‘citopaticidad’ alguna. Aún menos, por lo tanto, tuvo en mente encontrar ‘el virus que probablemente causa el SIDA’, cosa que exigiría ambas condiciones previas: aislar un virus y, además, demostrar que mata las células T4, que es lo que oficialmente se le atribuye al supuesto VIH.
Para mayor sorpresa, tampoco el artículo finalmente publicado en Science aborda ni el aislamiento ni la citopaticidad de un supuesto ‘nuevo virus HTLV-III’, aunque lo proclame en el título. Es más, los añadidos manuales del Dr. Gallo tampoco lo pretenden. En realidad, se limitan a expresiones generales y vagas del tipo ‘(…) sugerimos que (la causa del SIDA) puede ser…’, o ‘Esta hipótesis se basa en …’.
De hecho, la conclusión a sacar de sus experimentos es tan ‘trivial’ que Popovic ni siquiera llegó a redactarla. Y el Dr. Gallo sólo añade que ‘(…) ha abierto el camino de detectar (…) y proporciona la primera oportunidad de realizar su análisis detallado …’, o ‘Este sistema abre el camino hacia la detección rutinaria y rápida de HTLV-III y variantes citopáticas de HTLV asociadas ’.
En cuanto a las fotos, el Dr. Gallo hizo enviar al Laboratorio de Microscopía Electrónica muestras de sus cultivos celulares que supuestamente contenían virus HTLV-III para que se hiciese las correspondientes imágenes por microscopio electrónico a fin de adjuntarlas y así ilustrar los artículos en Science. El Dr. Matthew A. Gonda, Director de dicho Laboratorio, le contesta el 26 de marzo de 1984 en una carta de diez líneas que dicen:
“(…) el Dr. Gallo deseaba estos micrógrafos para publicar porque contenía partículas HTLV. (…) me gustaría puntualizar que las “partículas” (…) son desechos de una célula degenerada. Ningunas otras “partículas semejantes-a-virus” extracelulares fueron observadas libres entre células en parte alguna del precipitado. Las pequeñas vesículas extracelulares (…) son por lo menos un 50% más pequeñas que las partículas maduras de HTLV vistas de tipo I, II ó III. Insisto, estas vesículas pueden ser encontradas en cualquier precipitado celular’. Concluye: ‘No creo que ninguna de las partículas fotografiadas sea HTLV I, II ó III’.
Pues bien, el Dr. Gallo silencia la misiva del Dr. Gonda y envía el 30 de marzo su artículo manipulado acompañado con no-sé-qué fotos para que fuese publicado. Aunque el Dr. Gallo debió utilizar alguna de las fotos sin virus del Dr. Gonda, puesto que la nota 17 del segundo artículo en Science dice ‘Agradecemos a M. Gonda por la microscopía electrónica, y a …’.
El 29 de marzo de 1984, el día anterior a que el Dr. Gallo remita sus artículos, contesta a un corresponsal, el Dr. Jun Minowada, de la Universidad de Loyola, en Illinois.
Considero especialmente reveladoras estas palabras contenidas en la parte final de dicha carta: “(…) no me sorprende que no haya encontrado expresión de la (proteína) p19 en células frescas de pacientes de “SIDA”. Es extremadamente infrecuente encontrar células frescas que expresen el virus. (…) el cultivo de células parece ser necesario para inducir virus. Esto es probablemente debido a que así se eliminan los factores inhibidores presentes en el paciente”. Luego el Dr. Gallo confirma claramente que la ciencia oficial del SIDA se basa en experimentos con cultivos celulares debido a que la complejidad del ser humano impide que puedan aparecer las “cosas” que los oficialistas consideran ‘virus causantes del SIDA’. La última frase: ‘Finalmente, ahora sabemos que hay muchas variantes de HTLV-I. Creemos que la causa del SIDA es una variante mucho más citopática’, indica que estaban en plena búsqueda hipotética, no que ya hubiesen encontrado ‘la probable causa del SIDA’. Es más, muestra que se encontraban bastante lejos de nada concreto …
¿Cómo se conocen estos tres documentos?
La combinación de estos tres documentos –y seguro que hay más de complementarios, por lo que explicaré en el apartado siguiente- muestran, de manera que me parece irrefutable, que el Dr. Gallo manipuló, falsificó, tergiversó, etc., de manera plenamente consciente e intencionada, “con nocturnidad y alevosía”, el contenido de sus investigaciones y los resultados a que había llegado.
Estos tres textos son de importancia capital y de alcance mundial. En efecto, su circulación y conocimiento masivo permitiría desmontar en poco tiempo este invento destructivo llamado SIDA. En consecuencia, es lógico y legítimo preguntarse cómo fueron obtenidos.
Dr. Gallo: el investigador más investigado
De hecho, los experimentos realizados por el Dr. Gallo y su equipo desde la invención del SIDA en 1981 hasta la invención del VIH/SIDA en 1984, fueron sometidos a una muy intensa inspección nada menos que por cuatro Comisiones de Investigación establecidas al máximo nivel estadounidense.
Tuvo que efectuarse dicho escrutinio tras la publicación de lo que se llamó el Informe Crewdson. Con una extensión de 50.000 palabras, fue publicado el 19 de noviembre de 1989 en 16 páginas del periódico Chicago Tribune con el título The Great AIDS Quest (La gran indagación del SIDA). Lo redactó el periodista John Crewdson, premio Pulitzer 1981, tras veinte meses de investigación. Llegó a la conclusión de que: ‘La historia que emerge es menos heroica de lo que se suele presentar, pero no menos espectacular: datos falseados y experimentos secretos, virus fantasmas y genes desaparecidos, resultados irreproducibles y notas de laboratorio embrolladas, cultivos sin etiquetar y fotografías manipuladas. (…) Es la historia de un científico influyente e intimidador que persiguió un virus erróneo durante más de un año para luego invertir la situación y emerger con un hermano virtual genéticamente gemelo del virus que había sido realmente descubierto por sus rivales de París y que le habían entregado meses atrás. Lo que ocurrió en el laboratorio de Robert Gallo durante el invierno del 83 al 84 es un misterio que quizá no será nunca definitivamente aclarado. Pero la evidencia es abrumadora de que hubo o un accidente o un robo’.
Pero a Crewdson se le escapó –o no quiso ver- que tampoco en París había sido aislado un virus. Que el Dr. Gallo utilizase sin reconocerlo los cultivos celulares del Dr. Montagnier, no significa que le robase virus real alguno, sino simplemente que pudo reproducir los mismos fenómenos biológicos (en particular, transcripción inversa, es decir, pase de ARN a ADN) y que también los utilizó erróneamente como indicadores indirectos de la supuesta presencia de un presunto virus de tipo retrovirus.
Es ilustrativo de cómo es y cómo actúa el Dr. Gallo saber la actitud que tuvo ante Crewdson. Sólo contestó una vez por teléfono a algunas preguntas, pero no aceptó ninguna entrevista personal. Entre otros intentos, y a petición del abogado del Dr. Gallo, el Chicago Tribune le envió el 19 de diciembre de 1988 una lista conteniendo 188 preguntas. No hubo respuesta alguna. El 28 de julio de 1989, se le envió una revisión de dicha lista. Tampoco hubo respuesta. En octubre de 1989 le remitieron otra carta indicando que la ausencia de respuesta sería considerada como una negativa a conceder entrevista alguna. De nuevo silencio. Además, la actitud saboteadora del Dr. Gallo incluyó a su entorno, pues también se negaron a conceder entrevistas sus colaboradores, entre ellos el Dr. Popovic.
A raíz de este informe se puso en marcha una compleja investigación oficial sobre el Dr. Gallo. Sucesivamente, entre 1990 y 1994 fue objeto de cuatro informes fruto de las investigaciones efectuadas por instituciones oficiales estadounidenses del máximo nivel. Uno de ellos –y por razones que aún desconozco- fue el propio Secret Service, encargado nada menos que de la seguridad del Presidente de los USA. Encontró evidencia suficiente de fraude criminal como para remitir la investigación al Fiscal General, quien tomó el caso. Pero resultó que había transcurrido demasiado tiempo desde la realización del delito, por lo que el Dr. Gallo se escapó por los pelos de un procedimiento penal.
Tras rescatar y compilar más de 300 documentos relacionados con los ensayos efectuados en el laboratorio del Dr. Gallo, las conclusiones a que llegaron los investigadores son del tipo:
— – ‘La evidencia es aplastante de que las tan a menudo repetidas afirmaciones de aislamiento del VIH (…) no eran ciertas, y que se sabía que eran falsas cuando las proclamas fueron hechas’.
— – ‘El experimento de febrero de 1984 fue tan defectuoso y es tan cuestionable en tantos aspectos, que poca o nula confianza se puede depositar en ninguno de los hallazgos proclamados’.
— – ‘El resultado fue una costosa y prolongada defensa de lo indefendible, en el transcurso de la cual la ‘ciencia’ (del Dr. Gallo) se convirtió en un elemento integral de los esfuerzos jurídicos y de las relaciones públicas del gobierno de los USA’.
A resultas de ello:
– se ofreció al gobierno francés un acuerdo por el que los NIH reconocían que ‘el Instituto Pasteur había encontrado el VIH primero’, y se pagó una compensación económica por los royalties de los ‘tests del SIDA’ (esta trampa para atrapar víctimas del engranaje SIDA), y
– el Dr. Gallo se vio obligado a abandonar los NIH (aunque la industria farmacéutica le montó su propio centro privado de “investigación”).
¿Por qué los investigadores comisionados vieron lo secundario y no lo principal?
Quizás porque las Comisiones Oficiales únicamente buscaban dilucidar la paternidad del supuesto virus o quizás por razones más profundas, fue o involuntariamente ignorada o intencionadamente silenciada la documentación que demostraba que en realidad nunca hubo ni “virus francés” ni “virus americano”. Pero Janine Roberts levantó recientemente el velo. Probablemente muchos de los documentos recuperados puedan irradiar aún más luz sobre el invento y la expansión del ficticio VIH/SIDA.
En particular, ¿cómo se obtuvo el Documento Popovic?
El Dr. Gallo estaba convencido de que sus manipulaciones habían quedado entre Mika y él, y de que la prueba de la falsificación había sido destruida. Pero el Dr. Popovic, al ver el alcance de los cambios introducidos por el Dr. Gallo, se alarmó y, para protegerse, envió copia a su hermana en Austria. Al comenzar las investigaciones oficiales, le pidió que se la devolviese. Cuando, tras un interrogatorio, el Dr. Popovic recibió una grabación que contenía no sólo sus respuestas a las preguntas que le habían sido formuladas sino, por error, también los comentarios hechos por los investigadores tras su marcha, se alarmó. En efecto, apuntaban a que le iban a acusar a él de mala práctica científica, y no al Dr. Gallo. A la mañana siguiente, su abogado entregó el borrador manipulado a los investigadores, quienes verificaron que los cambios escritos a mano habían sido efectuados por el Dr. Gallo.
¿Se comprenden mejor así las actuaciones del Dr. Gallo?
Resulta más entendible ahora la conducta del Dr. Gallo en diversas ocasiones. En efecto, está condicionado por su delito, consciente de que puede pagarlo muy caro si se destapa.
Su primera línea de conducta se basa en el “Mejor non meneallo”. Dos ejemplos. La versión on line del British Medical Journal permitió un importante debate entre oficialistas y rigurosos desde el 28 de febrero de 2003 al 17 de abril de 2005 que, entre otros temas, abordó (a instancias de los críticos, claro está) el no-‘aislamiento del VIH’; el Dr. Gallo no participó a pesar de las numerosas invitaciones a que lo hiciera. Y se negó de mala manera a formar parte del Panel de debate impulsado en el 2000 por Thabo Mbeki, entonces Presidente de Sudáfrica.
A continuación, explico brevemente las dos ocasiones en que he pedido al Dr. Gallo las pruebas científicas de que ‘aisló el VIH’.
— – La primera, el 16 de abril de 1997, cuando entregué una propuesta escrita a la potente La Caixa, que había traído al Dr. Gallo para impartir una conferencia en sus instalaciones sobre ’El descubrimiento de los retrovirus y del VIH’. Pedí a La Caixa que impulsase un Debate SIDA, pero no contestó. La respuesta del Dr. Gallo desde su mesa de conferenciante fue: ‘Algunos, para hacerse famosos, se colgarían de una avioneta fosforescente volando a gran altura’. Ya se sabe: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Aunque ignoraba yo entonces de lo que es capaz el Dr. Gallo para hacerse aún más famoso.
— – La segunda, durante la XII Conferencia Internacional de SIDA celebrada en Ginebra en 1998. En el transcurso de una rueda internacional de prensa en la que el Dr. Gallo era el invitado principal, cogí el micrófono y le pregunté: ‘Dr. Gallo, ¿entregará Ud. a los huelguistas de hambre que están a las puertas del Congreso las pruebas científicas que piden de que Ud. aisló el VIH?’. Su respuesta consistió en empujar la silla hacia atrás, estirar las piernas hacia delante, ponerse las manos detrás de la nuca, no decir nada en voz alta, y murmurar ‘Shut up!’, es decir, ‘¡Cierra el pico!’. Cualquier científico que hubiese hecho una investigación honesta y rigurosa, se hubiese sentido feliz de poder contestar en público: ‘Naturalmente, le agradezco la pregunta y se encuentran en la revista científica X, número Y, fecha Z’. Lástima que lo que debería haber sido una noticia mundial de primera página y el inicio del fin de la pretendida ‘terrible epidemia de SIDA’, no interesó ni a uno solo del centenar largo de los más importantes ‘periodistas especializados en el VIH/SIDA’ del mundo allí presentes …
Science público los artículos del Dr. Gallo en un tiempo record
Un detalle ilustrativo de la existencia previa de un acuerdo Gallo-Science, es la rapidez con que aparecen los cuatro artículos: enviados el 30 de marzo, son aceptados el 19 de abril y publicados el 4 de mayo. En la parte superior izquierda de la misma página 497 donde empieza el artículo fraudulento del Dr. Gallo, termina la bibliografía del artículo precedente, del que sólo aparece la fecha de recepción, 27 de octubre de 1983, y la de aceptación, 6 de marzo de 1984: transcurrieron, pues, 131 días desde la recepción a su aprobación, y 59 más hasta su publicación; total, 190 días. Los cuatro artículos del Dr. Gallo tomaron, respectivamente, 20 y 15 días; total, 35. ¿Récord mundial?
¿Retirará Science los artículos del Dr. Gallo que le publicó en 1984?
El uno de diciembre del año pasado, 37 investigadores de 14 países dirigieron una carta al Editor Jefe de Science, Bruce Alberts. Apoyándose en los tres documentos aquí presentados, le piden que Science retire los artículos del Dr. Gallo publicados en 1984 una vez demostrado que son un fraude. Su carta concluye así: ‘Para la credibilidad de la investigación científica, es vital que sean retirados los artículos que se demuestre que son defectuosos o que están falsificados. Debido a que ahora existen documentos públicos demostrando que los artículos de Gallo sacan conclusiones injustificadas, su retirada de Science es muy importante para mantener la integridad científica. Los futuros investigadores deben también entender que no pueden basar sus declaraciones sobre VIH y SIDA en los artículos de 1984 de Gallo, y todos los autores de artículos que previamente se basaron en este conjunto de cuatro artículos, deberían tener la oportunidad de considerar si sus propias conclusiones resultan debilitadas por estas revelaciones’.
Por ahora, no ha habido respuesta. Invito a escribir a Science a toda persona que comparta estas conclusiones, sobre todo si tiene el título académico de Doctor.
Gallo fue condenado, y Science lo publicó
La revista tituló su número de 8 de enero de 1993 así: ‘HHS: Gallo Guilty of Misconduct’, es decir, ’Ministerio de Sanidad: Gallo culpable de mala práctica’. El subtítulo explicaba: ’El veredicto es que al ocultar el hecho de que su laboratorio puso el virus francés en una línea celular permanente, Robert Gallo intentó engañar a la comunidad científica’.
Pero ahora sabemos que el intento fallido de engaño, finalmente descubierto y sancionado, fue una nimiedad en comparación con lo que bien no se detectó o bien fue silenciado: el fraude científico perpetrado por el Dr. Gallo. Por ahora, triunfó y sigue vigente: es la versión oficial del SIDA. Esto sí fue de importancia mundial y sigue tiene consecuencias colectivas gravísimas.
¿Se han vuelto a realizar los experimentos de 1984 del Dr. Gallo?
De hecho, los experimentos ejecutados entonces en el laboratorio del Dr. Gallo, no han vuelto a ser realizados nunca más. Esto sólo ya los descalifica como ciencia, y acaba de confirmar que las bases sobre las que descansa la versión oficial del SIDA son una sucesión de operaciones literalmente indescriptibles. Este pecado original de la pseudociencia oficial del SIDA no puede ser lavado con las instrucciones que desde hace años dan algunos Manuales de Virología para ‘producir, detectar y aislar el VIH’, que no pasan de ser juegos de salón académico sin base virológica real alguna.
‘Ya se sabe que Gallo no tiene credibilidad. Por esto le dieron el Premio Nobel sólo a Montagnier’
Algunos de los que callan o incluso aplauden servilmente mientras se representa la peligrosa pantomima oficial, salen con este “argumento” cuando muestro la actuación del Dr. Gallo. Probablemente hubo una cierta intención justiciera en la decisión de dar el Nobel de Medicina del 2008 al Dr. Luc Montagnier excluyendo al Dr. Gallo. En tal supuesto, fue una justicia superficial y finalmente falsa, ya que el apartarlo no fue por el fraude crucial aquí explicado sino por la trampa menor de haber escondido que utilizó las muestras enviadas por el Dr. Montagnier. Por cierto, el Dr. Popovic sí lo reconoce por dos veces en su borrador, y el Dr. Gallo las tacha anotando: ‘No termino de creérmelo. Eres absolutamente increíble’, y ‘Mika, estás loco’.
En realidad, el Dr. Montagnier ratifica la falsedad de la afirmación ‘el VIH causa el SIDA’
A muchos oficialistas no les gustó nada el Nobel al Dr. Montagnier porque lo consideran un disidente. Y no les falta razón. Lo es doblemente: tanto de la causa como del tratamiento.
El Dr. Montagnier es disidente de la causa del SIDA desde 1990, cuando formuló su ‘hipótesis de los co-factores: puesto que el VIH no puede por sí solo matar célula alguna, hace falta que exista otro factor que actúe al mismo tiempo sobre la misma célula’. Durante una década estuvo buscando micoplasmas y otros microbios sin encontrar ninguno al que poder convertir en ‘co-factor del VIH’. Desde hace unos años, habla de co-factores reales: miedo, angustia, problemas psicológicos, malos hábitos de vida, etc. Es más, en 1997, ante la insistencia del periodista Djamel Tahi, contestó: ‘¡Le repito: no purificamos!’, con lo que reconoció implícitamente no haber aislado el supuesto VIH.
Y el Dr. Montagnier es disidente también del tratamiento del SIDA desde mediados de los noventa: en efecto, pasó a recomendar que se ingiriese los supuestos antirretrovirales venenosos sólo durante unos pocos meses, y a poner el acento en tomar antioxidantes y en llevar una vida sana. En esta línea, visitó Madrid en diciembre del 2007 en busca de antioxidantes naturales (ver entrevista ‘El VIH sólo es un problema grave si el sistema inmune está deprimido’, DSalud nº 102, febrero 2008).
Además, recibir el Nobel no le hizo renunciar a estas posiciones. Cuatro días después de serle concedido el premio, a la pregunta ‘¿Qué personas tienen más riesgo de desarrollar el sida?’, contestó algo que merece ser recordado y difundido: ‘El virus actúa en aquellos organismos que presentan ya una situación degradada, por el consumo de drogas o por una vida complicada, con abuso de alcohol, o escasa atención a la alimentación. Algunas personas sanas pueden ser infectadas por el virus durante un breve periodo, pero pueden desembarazarse de él enseguida. La moraleja de todo esto es que hay que llevar una vida responsable, y evitar otras infecciones’. (El País, 12 de octubre de 2008).
Acabar con el SIDA no es un problema científico-médico sino delictivo-criminal
Poco después de la aparición del libro Miedo a lo invisible, el veterano policía y detective californiano Clark Baker situó el montaje SIDA directamente en el terreno delictivo. El 21 de julio hizo público su informe El huevo de Gallo (Gallo’s Egg), donde explica: ‘No se precisa de formación médica alguna para investigar conductas fraudulentas o criminales, así como la financiación utilizada. (…) No se requiere un cerebro de neurocirujano para ver que ningún científico ha demostrado nunca que el VIH: 1) existe; 2) ataca células; ó 3) causa el SIDA. (…) La clave de todo este enorme entramado se encuentra (…) en la declaración original misma del propio Dr. Gallo sobre el VIH. (…) Tras haber investigado miles de crímenes y haber arrestado cientos de miembros de bandas criminales y otras gamas de depredadores, reconozco un asunto criminal en cuanto lo huelo. El VIH/SIDA convierte la estafa Enron en un juego de niños’.
‘A veces los virólogos tenemos un virus en busca de una enfermedad’
Esto escribe literalmente el propio Dr. Gallo en su libro Virus Hunting (pg. 282). Aceptando que lo que tengan sea un virus real, explica cómo se esfuerzan en construir una presunta enfermedad alrededor suyo. Pero se queda muy corto. Conforme al montaje SIDA, podría haber escrito: ‘A veces hay que inventar un supuesto virus para dar una explicación causal aparentemente científica a una previamente inventada supuesta enfermedad‘.
Silencio significativo
Transcurridos casi nueve meses desde la publicación del libro de Janine Roberts y del Informe de Clark Baker, el Dr. Gallo calla. ¿Significa ello que otorga?
Bibliografía
— – Clark Baker, Gallo’s Egg, 2008.
Lluís Botinas
(27 de setiembre de 2009)