Carrasco informa en primer lugar de quiénes son y a quién representa Mariné y la AGPME: «Agustín Mariné es presidente de la AGPME y está altamente vinculado a la organización agraria que defiende los modelos de agricultura más petro-dependientes, latifundistas y menos sociales. Su organización, AGPME, actúa de importante lobby pro-transgénico, defensor de los grandes terratenientes maiceros, de los regadíos insostenibles y del monocultivo de maíz. Trabaja codo con codo con los grandes grupos de presión como Antama o Asebio«.
Juan Felipe Carrasco destaca del artículo del presidente de AGPME el párrafo: «Gracias a la inestimable colaboración del señor Carrasco y sus eficientes agentes de opinión la producción de maíces para el sector agroalimentario en Europa es cada día más cara y compleja, …, Aprovecho la oportunidad, en mi nombre y el de mis colegas europeos, para agradecerle al Señor Carrasco su dedicación por la defensa de nuestras familias, pero creemos que en el futuro podemos prescindir de sus esfuerzos», para preguntarse si «¿No será que el modelo que ustedes defienden se ha cargado hasta la extenuación los suelos, las aguas, a la misma sociedad rural, que está sumida en una inmensa crisis por la dependencia de los imputs agrícolas proporcionados por los gigantes del sector agroindustrial y por las estructuras de precios que el modelo productivista nos ha legado?. Se suma usted por lo que veo a las instituciones que “defienden a la familia” cuando se trata de defender los intereses propios«.
Carrasco sugiere al presidente de AGPME que: «Pregunte qué piensan de los transgénicos a quienes de verdad defienden el modelo de agricultura familiar, a las organizaciones agrarias que, como COAG por ejemplo, se oponen tajantemente a los transgénicos por entender que son un factor de destrucción de los modelos sociales y rurales verdaderamente sostenibles. Le sugiero que visite a alguna de las 200.000 viudas indias cuyos maridos se han suicidado por el fracaso de los transgénicos a lo largo de la ultima década; a alguno de los millones de expulsados rurales en Argentina o Paraguay por la acción de las multinacionales cuyos negocios, les guste o no, ustedes defienden; a alguno entre los millones que sufren, enferman, desaparecen o mueren en las 50 hectáreas de Amazonía que cada hora se devastan por la acción de esas mismas empresas para cultivar soja o maíz modificado genéticamente, cultivos de los que usted le gustaría ver su propio país inundado«.
A continuación se refiere a las organizaciones agrarias que optan por la agricultura familiar, a los innumerables casos de contaminación en el estado español, a los centenares de «agricultores ecológicos que ya no pueden producir maíz sano y justo porque los OMG (organismos modificados genéticamente) que usted defiende se lo impiden«, a los «millones de ciudadanos que expresan su rechazo a los transgénicos y que a pesar de todo son obligados a comerlos porque no se les informa correctamente«.
El representante de Greenpeace recoge otro párrafo del presidente de AGPME —«Asimismo queremos congratularnos por la cordura que está demostrando el Gobierno Español. Resistiendo a las presiones de unos y otros nos permite ser punta de lanza en Europa en la aplicación de estos indudables avances tecnológicos»— y subraya: «A estas alturas de la película no sorprende en exceso que usted llegue a darle las gracias al Gobierno Socialista. Es lo que nos faltaba por ver. Ese mismo Gobierno cuyos cargos en el MARM están tan vinculados a la industria de los transgénicos que se niegan a escuchar a la sociedad civil (vea por ejemplo la manifestación de Zaragoza del pasado 18 de abril). Ese que ha clausurado los órganos de interlocución (como el CAMA de transgénicos o la Comisión Nacional de Biovigilancia), que sigue permitiendo el cultivo del peligroso MON 810 (prohibido en 8 países, recientemente en Alemania y Francia), que mantiene una Comisión Nacional de Bioseguridad absolutamente posicionada del lado de la industria«.
Juan Felipe Carrasco prosigue su valoración, demoledora, sobre el ejecutivo actual: «Un Gobierno que se niega a poner en marcha las herramientas de transparencia como los Registros públicos, que no activa los mecanismos de trazabilidad para garantizar un correcto etiquetado, que permite miles de campos experimentales de variedades transgénicas cuyos efectos tóxicos (infertilidad o daños a órganos internos entre otros) se han demostrado ampliamente».
Y concluye su escrito dirigiéndose a AGPME, y también al gobierno: «Aunque no hacía falta este artículo para hablarnos de la posición a favor de los modelos socialmente destructivos y ambientalmente nefastos que ha adoptado su organización, para recordarnos su apoyo a quienes siempre han sometido a la mayoría de los agricultores y siguen intentándolo, agradezco que en este artículo nos eche una mano para dejarle claro a la sociedad que ustedes representan a aquellos a quienes les son indiferentes las opciones políticas mientras los gobernantes les permitan que les siga yendo bien el negocio «.
(13 de junio de 2009)